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Romanos: 12-19

—Tengo curiosidad. —André, pateando una piedra en el camino, dice luego de un rato de haber caminado en silencio. —¿Cómo fue? —pregunta. —¿Sufriste? —habla de la transformación de Carlisle. —Espero que sí.

—Intente morir. —Carlisle, ahora lo suficientemente apartados de la posada -de Edward y Emmett-, siente que puede hablar con libertad.

Recuerda ese momento. Lo hace con demasiada claridad, más de la que le gustaría. Había muchas cosas que se olvidaban, pero otras no se borraban de su mente no importaba cuánto lo intentara.

La quemadura del veneno pasando por sus venas, la agonía dolorosa de su cuerpo, la fiebre delirante.

Cuando André le mordió, se asustó, pero seguía impactado por el echo de que le había apuñalado. Su cuerpo se tenso ante el pinchazo en su piel, seguido del peso del chico cayendo sobre él. Entonces logró reaccionar, aterrado, siendo consciente de lo que había hecho. Creyó que asesinó a la única persona con la que había conectado en ese pequeño pueblo. La única persona que le había visto a él, no al "niño del Pastor". André era alguien nuevo, alguien agradable, alguien con quien poder conversar sinceramente sin tener que mantener apariencias. Antes de su llegada, no recordaba haberse sentido tan ameno con alguien, no recordaba la última vez que se había reído (sinceramente).

Sabía que había hecho lo correcto en asesinarlo, era un monstruo... Pero, no se sintió así. Aunque era un vampiro, no podía verlo de aquella manera, no podía odiarlo por lo que era, por lo que suponía había hecho o por... lo que le había hecho sentir.

—¿André? —Carlisle, arrodillándose en el piso con el recién descubierto vampiro, sostiene su cuerpo con demasiado ciudado. Ve la daga en su pecho, ni una gota de sangre salía de el. Era innegable que era una de aquellas horribles criaturas que asesinaban a inocentes, aquellas criaturas que su padre le había enseñado a detestar. Eran realmente reales.

Al comienzo, dudó de su existencia, aterrado por la cantidad de personas inocentes que eran asesinadas en los juicios contra brujería. Por eso se prometió que, cuando fuera su turno, nunca cometería ese error. Estudió todo lo posible sobre criaturas demoníacas desde que aprendió a leer, cuando se volvió Pastor no pensó que su primer caso de persecución y emboscada, resultara ser de vampiros reales. Cuando comenzó a investigar sobre las muertes en pueblos cercanos, cada pista que encontró lo guió a ese pequeño lugar en las alcantarillas. Entonces, aprovechó que habían llegado "cazadores experimentados", y pidió su ayuda.

Nunca imaginó que encontraría a André allí. Nunca pasó por su mente que él pudiera ser una de esas horribles criaturas. André era maravilloso, la persona más alegre, amable e inteligente que había conocido. Si podía ser un poco extraño, pero lo atribuyó a que era por ser un extranjero.

De repente todas sus bromas e insinuaciones tuvieron sentido para él.

Cuando lo vió a través del humo, mirada errática típica de un monstruo, colmillos filosos sobresaliendo de sus labios, tuvo tanto miedo que no pudo evitar moverse y clavar la daga en su pecho cuando se acercó. Luego se dió cuenta de lo que había hecho.

—¿Por qué tú? —entre todas las personas, ¿Por qué él? ¿Por qué la única con la que se sentía bien? Aunque su último encuentro no hubiera sido... Aunque las cosas entre ellos se hubieran arruinado...

No lo odiaba, no importaba cuánto lo hubiera culpado en el pasado.

—¿Esos son todos? —Carlisle escuchó a los cazadores a la distancia. Y sintió una oleada de pánico. Sabía que si encontraban a André, lo quemarian como al resto, lo cual se debía hacer para acabar definitivamente con cualquier bestia de la noche.

Observando el rostro aparentemente dormido de André, tan blanco como la porcelana, algo clavado en su propio pecho le hace negarse a aceptar que le hagan lo mismo a él.

Carlisle no recuerda lo que pasó realmente por su cabeza en ese momento para tomar a André y ocultarse. Pero lo hizo, escondiendo el cuerpo en una sección abandonada de las alcantarillas.

Cuando regresó a casa, la transformación había comenzado. Lo único que pudo hacer fue esconderse en el sótano, muriendo de dolor en silencio. Aborrecido por lo que ahora era, intentó acabar con su vida, pero nada funcionaba. No podía regresar a casa, no podía hacerle eso a su padre.

—No lo intentaste lo suficiente. —André dice con desdén, haciendo a Carlisle enfocarse en el presente. —¿Cómo llegaste hasta aquí? —se refiere a ese tiempo. E intenta no verse tan curioso como en realidad se siente.

—Aprendi a no consumir sangre humana.

Cuando se apartó del pueblo, sintiendo que perdía el control de su sed por sangre, fue un milagro haber encontrado a un grupo de ciervos. Lo saciaron hasta cierto punto, pero lo importante es que le habían hecho darse cuenta de que no necesita de sangre humana para sobrevivir. En aquel entonces, se cuestionó mucho de lo sucedido. ¿Ser mordido habia sido un castigo por haber caído ante la tentación de un ser como André? ¿Sobrevivir era una señal de Dios que le decía que debía continuar viviendo aunque era ahora un monstruo? ¿Podía redimirse de su desviación o era sólo una extensión de su condena?

No lo sabía, en ese punto, no sabía nada.

Regresó al pueblo sólo para despedirse de su padre, en la distancia, por supuesto. No podía ser visto por nadie. Sabía que su padre aceptaría o incluso le perdonaría por haber muerto intentando cumplir con su deber, pero nunca aceptaría lo que era. Preferiría otras mil cosas antes de aceptar que su hijo ahora era un demonio. No quería lastimarlo de esa manera, quería que siguiera orgulloso de él, que la imagen que mantenía en su corazón permaneciera así; intacta. Un hijo devoto, un hijo ideal.

Lo único que tomó de su casa fue la biblia familiar, la cruz de madera que su padre había hecho y la propia, la cual casi había acabado. Y antes de irse del pueblo, visitó un último lugar.

El cuerpo de André seguía allí donde le había abandonado, intacto con la daga en su lugar. No sabía si debía sacarla para que su cuerpo descansara en paz, pero... debe admitir que la razón por la que no lo hizo aún cuando le construyó un ataúd y terminó su cruz para él, fue por rencor. No le gustaba aceptarlo, pero por supuesto que le había molestado por haberlo condenado a esa vida. Fue muchos años después que descubrió que una daga en el corazón no asesina a un vampiro, sólo lo encierra en un eterno coma.

También fue muchos años después, cuando estuvo con los Vulturi, que descubrió parte de los orígenes de André. Lo reconoció en un enorme cuadro que mantenían en un salón especial, preguntando por las personas en la pintura. Había sido una enorme coincidencia que le sacudió los sentimientos reprimidos que intentó olvidar. ¿Qué tan cruel podía ser el destino, para llevarlo hasta allí? ¿Por qué cuanto más quería olvidarlo, más difícil era?

Cuando abandonó a los Vulturi, hizo todo lo posible para seguir avanzando. Y lo logró por un tiempo, pero inconscientemente siempre estaría atascado en 1663, el peso de la culpa y las pesadillas causadas por los pensamiento de: ¿Y si... ?

—No me sorprende. —André se detiene para darle la cara a Carlisle, quien se detiene a un metro de él. —Siempre fuiste tan... —el vampiro se muerde la lengua. Lo que iba a decir sonaba más a un halago que a un insulto. —Por supuesto que encontrarías la forma de doblegar las reglas a tu beneficio. —cruza sus brazos, dándole una mirada sin emociones a Carlisle, quien parece querer decir algo ante eso. Pero André no se lo permite. —Cuentame quienes son los actuales líderes del Clan.

"Vulturi" | Carlisle Cullen [BL]Where stories live. Discover now