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“...Y no me arrepiento, pero si pudiera desear algo, sería nunca haberte amado como lo hice...”

   Cuando Carlisle, Edward y Emmett regresan a la zona central de las alcantarillas, encuentran al vampiro fugitivo arrodillado en medio del lugar, con la mirada perdida en la oscuridad. Se sorprenden al acercarse, encontrando que por su rostro corren lágrimas. Eso no podía ser posible.

Y aún así, lo único que pueden pensar es que se ve tan precioso, es fascinante como evoca la imagen perfecta de un mártir; una belleza dolorosa, melancólica, agonizante al igual que un cuadro de Iliá Repin aún en la oscuridad.

—André. —pero no pueden perder tiempo en eso, cada segundo es primordial.

Carlisle se acerca, agachándose a un lado del vampiro con una apariencia juvenil, quizás mordido a sus veinte. Coloca una mano en el hombro del chico, quien no mueve ni un músculo.

—André —Carlisle repite, está vez llevando la otra mano al rostro del vampiro, tomando su mejilla para intentar guiar la mirada en su dirección, sin encontrar nada en ella. —Reacciona —le aterra la idea de que no lo hiciera, porque entonces... —Vamos. —ruega. —Te necesito. —sabía lo egoísta que estaba siendo luego de lo que había hecho hace tantos años.

Carlisle. —la mirada se enfoca finalmente en él, viéndole, reconociéndolo. —¿Cómo pudiste? —se le escapa de los labios, alzando una mano para llegar a la que se apoya en su rostro, pero el toque hace apartar la de Carlisle, repentinamente tan temeroso; como en el pasado. —¿Cómo pudiste? —repite una y otra vez, perdiendo el control de su tono de voz hasta que se vuelven gritos. —¿¡Cómo pudiste!? ¿¡Cómo pudiste!? ¿¡Cómo pudiste!? —grita de agonía ante el dolor del recuerdo, sosteniendo su cabeza ahora con ambas manos, utilizando tanta fuerza que se comienza a agrietar como una delicada pieza de porcelana.

Sólo puede pensar en sus hermanos, en sus muertes, en Carlisle, en la daga, su mirada antes de desvanecerse, el dolor que lo agobia.

—Detente. —Y mientras el vampiro era un caos de emociones, Carlisle era la contraparte perfecta; calmado, controlado, aparentemente sabiendo qué hacer. —Te harás daño.

Y las palabras golpean sus tímpanos, repitiéndose en un eco que le hace tomar el control de sus sentimientos por el tiempo suficiente para detener sus gritos, mirar al hombre que sostiene sus muñecas con una fuerza inflexible y decir, con tanto rencor y desprecio en sus propios ojos: —Nada me hará, nunca, más daño que tú.

Las palabras hieren a Carlisle, haciéndole vacilar, por un segundo, en su agarre. Pero luego André está volviendo a llorar, con la cabeza gacha, ocultando su rostro de él. «Dios -piensa Carlisle- esto duele más de lo que creí

Porque aunque lo había evitado por siglos, aunque creía que nunca tendría que hacerlo, nadie nunca estaba preparado para enfrentar sus errores, mucho menos sus sentimientos. Sobretodo si los había mantenido en un ataúd durante trescientos años, acumulando demasiado polvo en las alcantarillas de un pueblo abandonado.

...

—Es sólo una caminata por el bosque. —dice en un tono que quita importancia al asunto, haciéndolo pasar por nada. —¿Le temes a algo? —inquiere, dándole una mirada de soslayo a la persona a su lado.

—Los demonios de la noche atacan cuando menos lo esperas, atacan sobre todo a personas descuidadas. —Carlisle le regaña en un pequeño verso de advertencia, lo cual le divierte; le hace reír un poco, pero intenta no ser escandaloso para no ofender al niño del Pastor de ese pueblo.

"Vulturi" | Carlisle Cullen [BL]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن