Capítulo 39

18 3 2
                                    

Aquella tarde la pasé junto a Carles en su habitación. Las tardes que no teníamos nada que hacer aprovechaba para pasar a limpio mis apuntes de clase junto a él. Carles, al ser repetidor, iba por delante de mis apuntes y me echaba una mano para hilar aquello que no comprendía. La verdad es que se preocupaba para que entendiera cada una de las afirmaciones que había escrito en mis decenas de hojas de papel.

Carles era muy atento, siempre miraba por encima de mi hombro para ver qué anotaba y me hacía preguntas para asegurarse de que lo tuviera todo bien encajado en mi memoria. Hacía semanas que esa rutina la repetíamos tres o cuatro veces a la semana, los fines de semana salíamos con Jordi, Elena, Jon y Víctor a tomar algo, de fiesta o lo que se nos ocurriera.

— Toma - dijo Carles atándome un corto hilo de color rojo a mi dedo anular.

— ¿Qué haces? - dije sorprendido por ese detalle.

— ¿Conoces la fábula del Hilo Rojo del destino? - preguntó.

— He oído hablar.

— En Asia oriental se cuenta que existe una pareja para cada uno, que estamos unidos en un tramado de hilos rojos que son invisibles al ojo humano - Carles parecía animado contándome esa fábula, yo solo admiré como le brillaban los ojos en ese momento -, pues este hilo es el nuestro, algún día tiraremos de él y sabremos si tú y yo estamos predestinados a estar juntos o no. Pero te seré sincero, estoy seguro de que sí.

Asentí, miré el hilo unido por un precioso lazo con dos orejas largas que caían y dejaba una cola de un centímetro más. Me pareció un gesto muy tierno por su parte, me parecía muy real poder imaginar un futuro a su lado. Sentía que era el chico perfecto en muchos aspectos, sobre todo por la comprensión que había mostrado cuando le conté mi experiencia con Álvaro y después con Albert. Le reconocí mis inseguridades heredadas después de todo y me ayudó a abrirme de par en par por primera vez.

— Carles - medí mis palabras, cogí aire y continué -, pienso que mi hilo está unido a ti, definitivamente.

Carles me agarró y me alzó sobre sus hombros, su mirada proyectaba la ilusión que le produjo esas simples palabras. Me alegré por los dos, algo había cambiado en mí y era la suerte de encontrar a alguien que pudiera completarme. Nos fundimos en un beso mientras me dejaba caer y volver a tocar el suelo.

Dime algo para quedarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora