II. Nevermind

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Desde el momento que sus pies se encontraron dentro del parque de diversiones que los rumores comenzaron a rodearla. No era la primera vez que le pasaba. Su personalidad hacía que las personas dijeran cosas extrañas de ella, generalmente por su forma de vestirse. Que esta vez decidió que sea algo más sencillo: un suéter de lana negro, unos jeans oscuros un poco rotos y unas botas café bastante claro. También, aunque trató evitarlo, llevaba un gorro de lana de color azul con orejas de gato.

Se sacó los audífonos de cable y se quedó quieta para observar el lugar. Neverland era el parque más conocido de Asia y su fama era directamente proporcional a sus polémicas. Había leído todo lo que había en internet sobre el lugar y era casi peor que Disneyland. Desde turistas muriendo decapitado en la montaña rusa, estatuas que se le mueven los ojos o sonríen, hasta trabajadores que fueron llevados a prisión por atrocidades.

Su mirada se centró en un niño, con la cara pintada de Spider-Man y abrazando un peluche de un conejo. Caminaba hacia la salida con los ojos ligeramente cerrados. El parque era tan grande que la gente solía tomarse dos a tres días completos para recorrerlo, misma razón por la que también tenía un hotel de lujo en el interior con sus propias historias de terror. Saludó al niño con la mano y este se acercó más a su madre. No le importó su reacción, al menos ella trabajaría en un lugar que ese niño extranjero desearía toda su vida volver. En otra ocasión le hubiese sacado la lengua, pero no tenía tiempo para discutir con unos padres.

Puso sus manos en las tiras de su mochila y siguió caminando con su típico paso juguetón. Era la única que sonreía entre la gente cansada que iba saliendo. Muchos adultos estaban enojados porque sus hijos no le dejaron disfrutar el lugar como ellos querían y había niños llorando por el sueño que tenían. La sonrisa de Yuqi resaltaba más que su cabello rojo. Aunque, bueno, solo bastaba verla para darse cuenta de que había algo malo en su cabeza. Eso lo notó el entrevistador y todos los trabajadores que la veían entrar ¿Acaso no se daba cuenta de que estaba entrando directamente al infierno? Algunos pensaban que si ¿Qué otro tipo de persona se vestía así en pleno verano? Hacía aproximadamente 40 grados y el sol se reflejaba en el suelo, haciendo que hiciera mucho más calor que el resto del país.

Tambien estaba su extraña felicidad. Ni siquiera los niños cuando llegan mostraban una felicidad tan pura. Deslizando su mirada entre la gente, en las atracciones, el carril de la montaña rusa que pasó con gente gritando, en un hombre regañando a su hijo, una pareja discutiendo, una tienda de algodón de azúcar. En ese momento disminuyó su velocidad, pensando en comprarse en una de esas cosas. Soltó una corta risa nasal y siguió su camino. Se sentía como una niña pequeña cumpliendo su mayor sueño ¿Ella hubiese entrado igual si su padre le hubiese llevado un lugar así cuando era pequeña? Lo más probable que no, antes de todo, era una mujer amargada.

Los trabajadores dejaban de hacer sus cosas al verla, todos sentían pena por ella. Independiente de la energía extraña que transmitía, seguía siendo un lugar demasiado cruel para un humano. El rumor, de que una mujer joven había conseguido el trabajo que volvía a la gente tan loca que morían, se expandió tan rápido por el sitio que no había persona que no supiera que esa pobre mujer era ella. Sin embargo, ¿Qué pasaba si una loca tenía un trabajo que volvía a loco a la gente? ¿Se volvía peor? La verdad es que ni ellos querían saberlo.

Luego de caminar por todo el largo de la sección Nevie, que era la que estaba en la entrada, pasó por el arco morado que daba inicio del área de Nevermind. Su corazón estaba acelerado y miró de reojo al hombre de la boletería que utilizaba un uniforme morado con plateado. Se veía un poco ridículo, según la propia Yuqi, pero también se veía bien, ya que estaba a acorde al sitio. El hombre pasó el ticket que permitía a entrar a todas las atracciones del lugar a un cliente y se quedó mirando a la chica. Su expresión era seria, tanto que ni siquiera mostraba preocupación.

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