poder decir adiós es crecer

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Julián

—Te las llevo yo —dice Tomás mientras se agacha para agarrar mis valijas.

Las baja por la escalera y yo lo sigo. Cuando llegamos a su auto, me doy cuenta de que ni siquiera sé a dónde ir. No lo había pensado. Cuando Enzo me dijo que quería que me fuera hoy mismo, me limité a tomar mis cosas y a irme sin planear siquiera lo que voy a hacer durante los próximos tres días. Mi departamento todavía no está listo, pero ojalá pudiera instalarme ahora. Quiero estar lo más lejos posible de Enzo y de Valentina, de Tomás y de Florencia, de Agustín y de Lucas, de todo y de todos.

—Enzo quiere que te lleve a un hotel hasta que tu departamento esté listo, pero no sé si preferís ir a otro lugar...

Tomás está sentado en el asiento del conductor y yo en el del copiloto. Ni siquiera me acuerdo de haber subido al auto. Me giro para mirarlo y él me está observando. Todavía no puso el auto en marcha.

Dios mío, qué patético me siento. Me siento como una carga.

—Da risa, ¿no? —digo.

—¿Qué cosa?

Me señalo a mí mismo.

—Yo. —Me apoyo en el reposacabezas y cierro los ojos—. Debería volver a casa con mis papás. Está claro que esto no es lo mío.

Tomás suspira.

—¿Qué no es lo tuyo? ¿La universidad? ¿La vida real?

Niego con la cabeza.

—La vida independiente en general, si te soy sincero. Agustín tenía razón cuando me decía que estaría mejor viviendo con él que solo. Bueno, al menos tenía razón en algo. Estuve en la vida de Enzo menos de tres meses, pero me las ingenié para arruinar su relación con Valentina —Miro por la ventana, hacia el balcón vacío de Enzo—. Y también arruiné nuestra amistad.

Tomás pone el auto en marcha y después se acerca a mí para apretarme una mano.

—Hoy fue un día muy malo, Juli. Un día de mierda. A veces necesitamos unos cuantos días malos en la vida para poder ver los buenos desde otra perspectiva.—Me suelta la mano y pone la marcha atrás para salir del estacionamiento—. Y si llegaste hasta acá sin tener que volver a casa de tus papás... vas a poder resistir tres días más, ¿no?

—No puedo pagarme un hotel, Tomás. Me gasté todos mis ahorros en muebles y en el depósito del departamento nuevo. Llevame a la terminal. Me voy a quedar unos días en lo de mi papás.

Agarro el teléfono, dispuesto a dejar de lado mi orgullo y llamarlos, pero Tomás me lo saca de las manos.

—En primer lugar, tenés que dejar de culparte por lo que está pasando entre Enzo y Valentina. Enzo es una persona adulta y sabe lo que está bien y lo que está mal. Era él quien tenía una relación con otra persona, no vos. En segundo lugar, tenés que permitir que él te pague el hotel, porque es Enzo el que te obligó a irte sin preaviso. Por mucho que lo quiera, tengo que reconocer que está en deuda con vos.

Contemplo el balcón vacío mientras nos alejamos.

—¿Por qué tengo la sensación de que desde que lo conozco no hago más que aceptar migajas de él?

Aparto la mirada del balcón y noto la rabia que se me va acumulando en el pecho, pero ni siquiera sé con quién estoy enojado. ¿Con el amor, capaz? Sí, creo que estoy enojado con el amor.

—No sé por qué te sentís así —dice Tomás—,pero tenés que dejar de hacerlo.

Asiento despacio, tratando de mostrarme de acuerdo con él.

tal vez mañana | julián x enzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora