me gusta escucharte, ser tu aprendiz

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Julián

Abro la puerta corredera del balcón y salgo. Agradezco que el sol ya se haya escondido atrás del edificio de al lado y que el tiempo se haya refrescado hasta alcanzar una temperatura que podría ser perfectamente otoñal. Casi de inmediato, justo en el momento en que me recuesto en el sillón, el sonido de su guitarra cruza el patio.

Siempre le digo a Lucas que salgo al balcón a hacer las tareas porque no quiero admitir que la guitarra es el único motivo que me hace salir todos los días a las ocho, puntual como un reloj.

Ya hace varias semanas que el chico del departamento que está justo enfrente, al otro lado del patio, se sienta en su balcón y toca durante al menos una hora. Todas las noches, yo me siento en el mío y lo escucho.

Me di cuenta en que hay otros vecinos que también salen al balcón cuando él empieza a tocar, pero ninguno de ellos es tan fiel como yo. Me parece impensable que alguien pueda escuchar esas canciones y no ansiar volver a escuchar un día tras otro. Pero la música siempre ha sido mi pasión, así que es posible que yo esté un poco más encaprichado con sus melodías que los demás. Toco el piano desde que tengo uso de razón y, aunque jamás se lo conté a nadie, me encanta componer música. Hace dos años, cambié de carrera y me pasé a Educación Musical. Mi intención es ser profesor de música en una escuela de primaria, aunque si mi papá se hubiera salido con la suya, todavía estaría estudiando derecho.

"Una vida mediocre es una vida desperdiciada", me dijo cuando le dije que iba a cambiar de carrera.

"Una vida mediocre". Me pareció un comentario más divertido que insultante, ya que mi papá es la persona más insatisfecha que conozco. Y es abogado. Qué cosas.

Termina una de las canciones que ya conozco y el chico de la guitarra empieza a tocar algo que no había escuchado hasta ahora. Me había acostumbrado a su lista de reproducción no oficial, porque parece que practica las mismas canciones en el mismo orden noche tras noche. Pero nunca lo había escuchado tocar ésta en específico. Por la forma en que repite los mismos acordes una y otra vez, tengo la sensación de que está componiendo la canción en este preciso instante. Me gusta ser testigo de ello, sobre todo porque, tras apenas unas notas, la canción nueva se convierte en mi preferida. Todos sus temas parecen originales, así que me pregunto si los interpretará en bares de la zona o si sólo los compone por diversión.

Me inclino hacia delante en el sillón, apoyo los brazos en la barandilla del balcón y lo observo. Su balcón está justo al otro lado del patio, lo bastante lejos para no sentirme incómodo cuando lo miro, pero lo bastante cerca para asegurarme de que nunca lo miro cuando Agustín anda por acá. Creo que a él no le gustaría saber que estoy un poco enamorado del talento de este chico.

Y, sin embargo, no puedo negarlo. Cualquiera que observe la pasión con la que toca la guitarra se enamoraría de su talento. Mantiene los ojos cerrados mientras toca, completamente concentrado en deslizar sus dedos sobre las cuerdas de la guitarra. Cuando más me gusta es cuando se sienta con las piernas cruzadas y la guitarra de pie entre las rodillas. Se la apoya en el pecho y la toca como si fuera un contrabajo, sin abrir los ojos ni una sola vez. Es tan fascinante observarlo que a veces me quedo mirándolo con la respiración contenida. Y ni siquiera me doy cuenta de que lo estoy haciendo hasta que abro la boca en busca de aire.

Tampoco ayuda mucho que sea tan lindo. Al menos, desde mi balcón parece lindo. Tiene el pelo negro, tan rebelde que sigue los movimientos de su cuerpo y le cae sobre la frente, con su flequillo, cuando se inclina a mirar la guitarra. Está demasiado lejos como para distinguir el color de los ojos o los rasgos de su rostro, pero los detalles no tienen importancia comparados con la pasión que siente por la música. Demuestra una confianza en sí mismo que me resulta cautivadora. Siempre he admirado a los músicos que son capaces de desconectar de todo y de todos para concentrarse por completo en su música. Me gustaría tener la suficiente confianza en mí mismo para ser capaz de aislarme del mundo y dejarme llevar por completo, pero nunca la tuve.

tal vez mañana | julián x enzoWhere stories live. Discover now