para no verte más

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Julián

Alguien me está sacando la ropa.

¿Quién me está sacando la ropa?

Empiezo a darle golpes a la mano que me está bajando los pantalones por debajo de las rodillas. Intento recordar dónde estoy, qué hago acá y cómo llegué hasta acá.

Fiesta.

Torta.

Whiskey.

Me mancho la bermuda.

Me cambio de ropa.

Tomo más whiskey.

Mucho whiskey.

Veo lo mucho que Enzo ama a Valentina.

Dios, cuánto la quiere. Lo sé por su manera de mirarla desde la otra punta del living. Lo sé por la forma en que la toca. Por cómo se comunica con ella.

Todavía huelo el alcohol. Aún noto el sabor al pasarme la lengua por los labios.

Bailé...

Tomé más whiskey.

¡Ah! El juego de los chupitos. Me inventé mi propio juego de los chupitos: cada vez que veía lo mucho que Enzo quiere a Valentina, tenía que tomarme un chupito. Por desgracia para mí, tuve que tomarme muchos.

¿Quién me está sacando los pantalones?

Intento abrir los ojos, pero no sé si lo consigo. Creo que los tengo abiertos, pero en mi mente todo sigue oscuro.

Dios, estoy borracho y alguien me está desnudando.

Empiezo a darles patadas a las manos que ya me han bajado los pantalones hasta los pies.

—¡Julián! —grita una chica—. ¡Pará!

Se está riendo. Me concentro durante un segundo y distingo la voz de Valentina.

—¿Valentina?

Se acerca y una mano suave me corre algunos mechones de la cara justo en el momento en que el colchón se hunde a mi lado. Cierro los ojos con fuerza y después me obligo a abrirlos varias veces hasta que finalmente comienzo a acostumbrarme a la oscuridad. Valentina me pone las manos sobre la camisa e intenta sacármela.

¿Por qué sigue sacándome la ropa?

Le doy una palmada en la mano y ella me sujeta la muñeca.

—¡Julián! —dice entre risas—. Te vomitaste encima. Estoy intentando ayudarte.

¿Vomitado? ¿Encima?

Eso explica por qué me duele tanto la cabeza. Pero no explica por qué sigo riéndome. ¿Por qué sigo riéndome? ¿Todavía estoy borracho?

—Le vomitaste encima a Sebastián.

¿A Sebastián? ¿Conocí a Sebastián?

Tengo la sensación de que a Valentina le cuesta enfocar la vista cuando me mira.

—¿Te cuento un secreto? —pregunta.

Le hago un gesto afirmativo.

—Bueno, pero dudo que me vaya a acordar, porque me parece que todavía estoy medio borracho.

Sonríe y se inclina hacia delante. Es tan hermosa... Valentina es muy muy hermosa.

—No soporto a Florencia—dice en voz baja.

Me río. Valentina también empieza a reírse otra vez e intenta sacarme la camisa, pero se está riendo tanto que tiene que parar una y otra vez para tomar aire.

tal vez mañana | julián x enzoWhere stories live. Discover now