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Incomodidad.
Esa era la palabra que lo describía, debido a que, ¿A qué clase de bufón le gustaba estar sentado en las piernas de su majestad el emperador?, quería darle un puñetazo y darle un golpe, pero obviamente no podía hacer eso, cruzaba levemente sus brazos, tocando su yeso. ¿Por qué su majestad puso sus ojos en él? ¿Por qué no en alguien más?, no iba a negar que se sentía sucio después de que tuvo “el acto impuro” con Mikey.
No iba a decir ni una sola palabra ante las decisiones su majestad, y aunque quisiera escapar, o renunciar no podía, tenía un contrato vigente, y aunque no supiera leer o escribir hizo un garabato en el papel que le dieron cuando solicito trabajo en ese puesto. Después de la muerte de su madre, tenía que buscar como ganarse la comida de cada día. Su madre era una esclava no la recordaba con claridad, pero según algunos rumores que escucho ella tenía cabello castaño y ojos azules, no sabe de qué murió, pero, su madre se supone que se volvió loca, y solo desapareció de la nada.
─── Escuche que el bufón no tiene nombre, dime, ¿No te gustaría tener uno?
Se quedó callado, ¿Un nombre? ¿Alguien de tan bajo estatus merecía un nombre?, se quedó atónito, un hombre de tan gran poder le quiere dar un nombre; Según que un emperador le diera nombre era un privilegio, pero ¿Por qué su majestad le quería poner un nombre?; no se sentía digno de tener un nombre.
─── No, yo no merezco que su majestad me dé un nombre... Solo soy un bufón...
─── Dije mal las cosas, yo, el emperador de Bonten, te otorgare un nombre, porque yo soy el emperador y se hace lo que yo diga
Tembló en su lugar, mientras agacho la cabeza, tenía miedo, tenía razón, él era el emperador, tenía que acatarse a sus órdenes sin quejarse y solo aceptar.
─── Estuve pensando en un nombre para ti, incluso busqué en un diccionario
─── Su majestad, ¿Por qué usted me quiere dar un nombre?...
─── Porque quiero, puedo y se antoja
Un silencio se hizo en esa habitación, estaba incomodo, aparte de estar sentado en sus piernas, ahora le quería dar un nombre.
─── Takemichi, ese será tu nombre a partir de ahora, ¿Está bien?
¿Takemichi? Ese era su nombre, su madre nunca le puso un nombre, esa mujer que desapareció de la nada y está muerta. No iba a negar que se sentía feliz de tener un nombre, siempre quiso uno, pero, jamás se atrevió a preguntarle a alguien si le podía poner un nombre. Le daba pena, ya que era un perro de la calle y tener un nombre.
Estaba feliz.
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