15: Noche de las hojas rojas

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La última noche fue como vestir veneno en una herida ignorada tras grandes capas de cosméticos

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La última noche fue como vestir veneno en una herida ignorada tras grandes capas de cosméticos. El candelabro sobre mi techo cayó con estrépito en medio de la alfombra, y el ruido hueco acompañado de un choque metálico me recordó la trampilla que hay bajo mis pies.

¿Encima de qué estoy durmiendo?

Es una suerte que la llama del candelero estuviera apagada, solo eso evitó volver mi súbito despertar en una sentencia en la hoguera.

Sin embargo, el extraño accidente me hace preguntarme sobre las condiciones en las que mantienen este lugar. Este castillo es la cuna de la monarquía, pero el candelabro en mi torre no solo estaba infestado de hiedra y espinas, como si hubiera sido un rosal de pétalos marchotos, sino que estaba a todas luces defectuoso.

¿O se trata de algo distinto?

No puedo ignorar que he recibido la visita del asesino serial más temido de Jezrel, visita que he mantenido en secreto para mí y mi paranoia, porque empiezo a temerle más a los obsequios de mi prometido que al enmascarado.

Pero ese solo fue el comienzo de una turbulenta madrugada, casualmente pautado por el extraño suceso, e inmediatamente después alguien tocó a mi puerta para avisar de un suceso todavía más preocupante.

Mi doncella, Eva, estaba durmiendo en el piso subterráneo que comparten criadas y esclavas destinadas al servicio, cuando a mitad de la noche pareció perder toda noción de la realidad y de sí misma, y despertar a todo el pabellón entre alaridos y convulsiones.

Entre varios «especialistas» tuvieron que amarrarla a su litera para poder suministrarle la inyección que finalmente le robaría el conocimiento hasta sumirla en un sueño supuestamente reparador.

El aviso que recibí, de hecho iba más enfocado en notificarme de las facturas médicas por los procedimientos realizados a mi doncella. Parece que la caridad y el seguro del castillo no cubre más que la alimentación, hospedaje y adoctrinamiento de los esclavos, así que debo hacerme cargo de las deudas acarreadas, incluyendo una bonificación por las molestias y «daños físicos» sufridos por los especialistas y terceros involucrados en auxiliar a Eva.

En la absoluta oscuridad de la torre, que es usual ahora que prescindo de usar el balcón, sostengo la factura sin siquiera ojearlo. Mis pensamientos no vayan entre coronas y anillos. Me preocupa qué recuerdos, de los que tan culpable soy, hicieron que Eva gritara habiendo despertado como si la lucidez fuera su peor pesadilla.

~☆•♡•☆~

Por la mañana observo desde la torre cómo el embajador de Deneb desciende de un gripher amarillo que, al igual que Scar, tiene mordaza y montura. El embajador no va solo, sino con un instructor de vuelo. Lo que yo necesité, y me habría evitado la fractura de cuello si el rey no fuera tan inseguro como para ordenar que viajara sola.

Cierro nuevamente el balcón y me uno a las doncellas que revisan los regalos de compromiso que han llevado a la fiesta.

Eva oculta tan bien las marcas de las ataduras con su uniforme, como las huellas de sus pesadillas con una sonrisa  casi tatuada.

Consorte [Saga Sinergia]Where stories live. Discover now