25: Quiero...

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El sol brillaba como el fuego.

Con un estruendo, la puerta principal de la casa fue nuevamente abierta de golpe.

Pero esta vez, fue uno de los dueños quien la abrió.

—¡Hermano! ¿A dónde fuiste? ¡¿Por qué tardaste tanto en regresar?! ¡La comida se está enfriando!

Las quejas ruidosas de Gui Li resonaron nuevamente en sus oídos. Ying Baoyue, sentada en la mesa, levantó la cabeza, mirando al joven que regresaba apresuradamente con un paquete de papel en los brazos.

—Has vuelto.

—Sí. —Gui Chen se quedó en la puerta, secándose el sudor y recuperando el aliento.

—¿A dónde rayos fuiste en pleno día? Entra rápido. —Mu-shi salió de la cocina sosteniendo un tazón de congee de arroz—. Todo el arroz en casa fue cocinado, y solo queda un tazón de congee. Apúrate y come, y recuerda ir a medir el arroz esta tarde.

—El arroz en el mercado subió de nuevo. Mañana iré a comprarlo a un pueblo más lejano. Esta noche trataré de traer algo de caza. —Gui Chen frunció el ceño ante las palabras y apretó los puños.

La vida es como estar en el cuchillo de un carnicero.

Forzar a un joven maestro de una familia prestigiosa a convertirse en un chico de pueblo…

Ying Baoyue sostenía un tazón en sus manos, contemplando en silencio. Los tres, madre e hijos, eran verdaderamente extraordinarios. Se preguntaba si la concubina Chu originalmente tenía la intención de dejar morir de hambre a esos tres.

Después de todo, un joven maestro o señorita de una familia aristocrática, sin una asignación mensual y sirvientes, podría morir fácilmente si no hacían nada durante tres meses.

Sin embargo, inesperadamente, esa madre y sus dos hijos lograron sobrevivir así durante siete años.

Ying Baoyue miró las manos ásperas del joven en la puerta y pensó que debía haber pasado por mucho. No era fácil a la edad de quince años.

Si fuera posible, ella...

—Ponte esto. Subiremos a la montaña esta tarde.

Antes de que pudiera pensar en algo, Gui Chen entró en la casa, metió en sus brazos lo que sostenía y luego, como si nada hubiera pasado, se volvió y tomó el tazón de congee de las manos de Mu-shi, tragándolo a grandes sorbos.

—Hermano, ¿qué es esto? —Gui Li se acercó frunciendo el ceño, mirando el paquete de papel en los brazos de Ying Baoyue, extendiendo la mano para deshacerlo.

—Oye, no... —Gui Chen lamentó no haber esperado para dárselo en la habitación, pero antes de que pudiera arrepentirse, el paquete de papel fue desgarrado.

—Hermano... tú... —Gui Li miró el contenido en el paquete de papel, sus ojos se abrieron de par en par del asombro.

—Esto es... —Ying Baoyue miró la tela suave dentro del paquete de papel, ligeramente sorprendida.

Era un vestido nuevo. La calidad y el patrón no era particularmente lujoso, incluso eran simples, pero era exactamente el estilo que una joven usaría.

Antes, cuando fue llevada inexplicablemente de vuelta a casa por Gui Chen, él se fue con las palabras "Volveré en un momento".

Pensó que tenía algún asunto urgente, pero...

Él... ¿realmente salió a comprar ropa para ella?

Ying Baoyue levantó la cabeza, y grandes gotas de sudor en la frente del joven fluían por su cuello.

Balada de la Gran LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora