Capítulo 10

4.8K 712 738
                                    

Dejo los cubiertos sobre la mesa, junto a mi plato prácticamente intacto. Nadie parece notarlo: los tres están observándose entre sí, tensos e inmóviles. Escondo ambas manos bajo el lujoso mantel plateado, apoyándolas en mis piernas. Clavo varias uñas con brusquedad encima del oscuro pantalón, sintiendo cómo aquel familiar escozor invade la zona. No quiero hacerlo, es un comportamiento autodestructivo, pero apacigua el repulsivo dolor nublándome los pensamientos; impide que ciertas gotas débiles y humillantes se derramen por mis mejillas.

Aaron volvió a fallarme.

Es evidente cuán estúpido fui al siquiera considerar perdonarlo, otra vez ocurrió lo mismo. No hace falta ser demasiado inteligente para saber que dicho celular era propiedad de Fred Hamilton o su hermano, aunque veo más probable la primera opción. Aaron pudo haber buscado enfrentarlos, no me extrañaría que los culpara por un error cuyo único responsable siempre fue él mismo. ¿Cómo acepté sus mentiras y manipulaciones dos jodidas veces? La verdad estaba allí, regodeándose. Todas aquellas bonitas atenciones, cada comida deliciosa, esos apuntes bellamente transcritos, las notas hechas con aparente cariño, terminaron siendo viles engaños. Creí en ellos, me aferré a ellos. Necesito controlarme, percibo los latidos acelerados del errático corazón preso bajo mi piel pálida y descuidada, listo para explotar.

—El celular no fue lo único que le rompí, Rebeca —espeta Aaron, estirándose indiferente sobre su cómodo asiento.

Contengo cualquier sonido delator e intento recuperar la calma, tener un ataque de pánico frente a Patrick le daría nuevas ideas para burlas futuras.

—¿Cómo me llamaste? —Ella levanta la barbilla, entregándole una mirada siniestra, fría. El ambiente se vuelve incluso más denso, pesado—. Aaron Miller...

—No —interrumpe desafiante, sosteniendo ambos cubiertos mientras corta (tritura) sin delicadeza algunos vegetales—. Ese imbécil se lo merecía, pero estás tan molesta conmigo que ni siquiera quisiste escuchar mi explicación cuando regresé.

—¡Ninguna explicación arreglará la maldita nariz o el pobre brazo de tu compañero! —grita Rebeca, levantándose con impaciencia. Su furia nada disimulada ensombrece los finos rasgos faciales que posee, dándole una apariencia intimidante—. ¡Ni te devolverá los ocho días de suspensión! —Golpea las palmas contra nuestra mesa, haciéndola temblar—. ¡Te prohibieron regresar al instituto durante ocho jodidos días, Aaron! ¡Y solo porque Patrick intercedió, pudieron haberte expulsado! ¡Es tu último semestre, el más importante!

—¡No me importa! ¡Lo haría de nuevo! —responde arrugando la pecosa nariz, aún triturando sus desafortunados vegetales sin mostrar intención por comerlos.

Permanezco en completo silencio, la confusión y el fuerte estupor me impiden razonar. Trato de prestar atención, dejar atrás cualquier pensamiento contradictorio. Respiro hondo, mi pecho duele por breves instantes. La comida continúa apenas tocada, observándome acusadoramente. No soy el único que prefiere callarse o evita ingerir alimentos: Patrick Evans ni siquiera mueve un solo músculo, solo entrecierra los ojos como si esperase el momento oportuno para interferir. Es la clase de actitud pacífica que tenía cuando mi madre le respondía algo incorrecto, negándose a darle la razón. Permitía que hablara, incluso podía escucharla despotricar al menos dos o tres minutos seguidos, pero luego sus palabras eran arrebatadas de una bofetada. A veces no bastaba, él necesitaba causarle más daño, y venían los golpes. Nada demasiado grotesco, siempre en zonas poco visibles, sin embargo ambos sabían que las marcas siempre estarían allí por mucho que el tiempo las curase.

Rebeca debería calmarse.

Si el bastardo se atreve a lastimarla delante nuestro, agarraré ese ostentoso cuchillo que sostiene con desinterés y se lo clavaré entre sus pálidas mejillas. Ya no habrá ningún plan elaborado, terminaría arruinando todo. El asesinato es un crimen que necesita ser pensado a detalle, no algo impulsivo cuyas consecuencias podrían ser fatales para los involucrados.

Laguna Inestable |BL| ©Where stories live. Discover now