HUNGER

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El sábado, tras una noche en vela preguntándose cómo será la vida en el centro de reinserción sin su compañero, Peter lo acorrala en el baño

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El sábado, tras una noche en vela preguntándose cómo será la vida en el centro de reinserción sin su compañero, Peter lo acorrala en el baño.

——"No lo hagas"—— le dice
—— "Tú fuiste quien me dijo lo idiota que es Ryan, sabes que seguro que lo atrapan. No te hundas con él, Felipe, eres mejor que eso".

Felipe escupe la pasta de dientes, se enjuaga la boca y se vuelve hacia Peter con más frialdad en su expresión de la que podría haber imaginado de su amigo de ojos brillantes y boca sucia.

——"¿Qué carajos sabrás tú de lo bueno que soy?"—— Lo que antes era un amistoso ahora suena como una burla.—— "Sabía que no eras un matón, Parker, pero nunca te tome por un marica".

Y lo pasa de largo con los hombros chocando.

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Durante los dos días siguientes, Peter redescubre lo que es estar solo.

Pensaba que la familiaridad le habría quitado la costumbre, pero resulta que la breve incursión en la amistad hace que volver a la soledad sea una docena de veces más doloroso.

Las miradas de Felipe durante el desayuno y la tertulia le revuelven el estómago casi tanto como el persistente vacío que Ryan espera rectificar con su plan.

En cuanto a Ryan, le dio el puñetazo que Peter esperaba la noche anterior en el pasillo el sábado por la tarde, mientras los proveedores están distraídos preparando la cena.

Clava el puño en su diafragma y luego lo agarra por el cuello antes de que pueda doblarse, obligándolo a mirar hacia arriba con los ojos llorosos.

——"Si se lo cuentas a alguien"—— le dice——"estás muerto".

Lo suelta a su vez que cae de rodillas y se atraganta al intentar respirar mientras sus pulmones sufren espasmos.

Ryan se aleja.

——"¿A quién se lo voy a contar, imbécil?"—— Peter se queja cuando recupera el aliento.

Tal como esperaba, nadie responde.

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El lunes llega como sus predecesores: sofocantemente caluroso y, para él, con un nerviosismo casi tan empalagoso como sus camisetas empapadas de sudor.

Se pasa la mañana observando a Felipe con el rabillo del ojo, pero este está cuidadosamente inexpresivo, casi en silencio mientras toma el desayuno que Karen les prepara, lee en el sillón raído mientras Peter y Arnold juegan a las cartas durante el tiempo de tertulia.

Hacia las once, la Sra. Charlise sale de su despacho, cruza el salón sin saludar a nadie, con las llaves sonando y se va por la puerta principal escudándose un portazo en la entrada, seguido de un chirrido cuando el coche se aleja.

THE THIRD OPTIONWhere stories live. Discover now