En todas partes.

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Fina está en todas partes.

La siento en todo el cuerpo, en cada centímetro de mi piel, aunque sé que eso no es posible. O sí. No lo sé. Jamás había estado tanto en el aquí, tan en el ahora. Solo siento. Lo siento todo. La siento a ella.

Ni siquiera sé exactamente cómo hemos llegado hasta este punto. Sé que nos quedamos solas. Recuerdo que cerramos la puerta. La vi tan bonita, con su pelo suelto. Me miraba como si yo fuera la persona más importante de su vida.

Nunca nadie me ha mirado como lo hace Fina. Me atraviesa y me hace temblar sin tocarme. Estaba susurrando. Fina me hablaba en susurros, aunque nadie más pudiera oír lo que estaba diciéndome, con la sonrisa más bonita del mundo. Tenía mis manos entre las suyas y podía notar como las acariciaba con parsimonia con sus dedos. Y todo dentro de mí me gritaba que la besara, que probara de nuevo aquellos labios que tanto me gustaban.

La besé. La besaría para siempre si fuera posible. Jamás había sentido esto al besar a Jaime. Un sentimiento que me desborda y no me deja respirar.

"Cómo cuando te enamoras" recordé esas palabras. Me las dijo ella y así era. Eso es lo que me pasa cuando la veo. Me falta el aire.

Estoy desnuda y Fina pasea por mí como si mi cuerpo fuera su casa. Ahora mismo lo es. Es su casa. Soy suya. Ahora mismo le pertenezco a sus labios, que se arrastran por mi piel. Soy de sus manos que me recorren como si quisiera trazar un mapa.

Vuelve a subir a mis labios para besarlos y me pregunta si estoy bien. Lo ha hecho varias veces y yo solo acierto a asentir llena de ansiedad, porque, por nada del mundo, quiero que pare. Qué no pare nunca.

Me está mirando a los ojos con tanta profundidad mientras me toca, que se me acelera la respiración. Se muerde el labio y creo que voy a enloquecer.

Algo dentro de mí está creciendo. Es como si mi cuerpo burbujeara. Cómo si estuviera a punto de estallar. Quiero contener los ruidos que salen de mi garganta, pero no puedo. Sonidos casi animales brotan de mí.  No me reconozco. Esta no puede ser la misma Marta de la Reina contenida que todos conocen, pero me siento más yo que nunca.

Mi interior explota. Me arrastra. Me muero.

Fina se tumba sobre mí mientras intento respirar con normalidad y, de repente, lo siento todo.

Una libertad que me era desconocida hasta ahora me invade por completo y me echo a llorar.

Ella me mira de nuevo.

- Marta, ¿estás bien?

Me lo dice con una preocupación sincera por mí y lloro aún más. Me aferro a su cuerpo y ella me abraza con fuerza. Me besa la frente y me acaricia el pelo. Empieza a sisear, quiere calmar mi llanto y yo no soy capaz de decirle que este llanto es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, porque son sollozos de libertad. Son lágrimas de absoluta alegría, porque, por fin, después de un camino tortuoso y cruel, he llegado a mi hogar.

Está en mi cuerpo. Está en mi corazón, en mi mente y en mi alma.

Fina está en todas partes.

Todos los ojalá.Where stories live. Discover now