Marea Nocturna

Capitulo 2: Sentirse Vivo

Nunca fui fan del café, odiaba que me manchará los dientes y su sabor amargo me raspaba la garganta. Irónicamente creo que ahora lo necesito para sobrevivir, siento que si no tomo al menos tres tazas al día me voy a desmayar. Al menos aún podía volver a escuchar música, era de las cosas que más extrañaba junto con el queso. Aunque era algo molesto que se escuche distorsionado, pero supongo que es lo que me gano por usar una radio que encontré en la basura.

Sin darme cuenta ya me había terminado mi desayuno, solamente me quedaba la taza de café a medio tomar. Sabía que no estaba en condiciones para desperdiciar la comida, pero esta era mi quinta taza de la mañana y simplemente estaba cansado del café. Tiré lo que quedaba por la pileta del lavaplatos y me acosté sobre el sillón, no tenía ganas de salir, en sí no tenía ganas de hacer algo, solamente quería dormir todo el día o comer helado. Ya olvidé cuando fue la última vez que comí un helado y ese pensamiento me deprime, solo puedo pensar en todas las cosas que han pasado estos últimos meses y como todo eso me hizo mierda. Creo que no es muy bueno estar solo con mis pensamientos por ahora, en este punto prefiero perderme en la letra de la canción que apenas entiendo.

Aún no sale el sol y yo ya me estoy preparando para salir.

Mi mano tiembla ante el hecho de tener una pistola completamente cargada en ella, solo dejo escapar un suspiro antes de guardarla dentro de mi pantalón en caso de que tenga que usarla, pero en verdad espero que no sea necesario.

Normalmente mi mochila no es tan pesada, la dejo con el suficiente espacio para llevar lo que me sea útil. Aunque estos últimos días ya no estoy encontrando tantas cosas, supongo que es normal teniendo en cuenta que todo el mundo empezó a saquear las tiendas en los primeros días. Recordar eso me trae escalofríos, creo que esa fue la peor semana de mi vida y lo peor es que tengo cicatrices que me la recordarán el resto de mi vida. Dejo de divagar en mis recuerdos y guardo unas pocas cosas en mi mochila.

Un escalofrío recorre mi cuerpo al momento de salir, de alguna forma está más frío que ayer y eso hace que quiera volver a mi cama.

Como ya se me había vuelto costumbre, dejaba un poco de comida para gato y un tazón con agua en la entrada. Al momento de hacer esto vi a un gato bajarse del techo. Era medio feo y le faltaba una de las patas de adelante, pero era lo suficientemente manso como para dejarse acariciar un poco, por lo menos lo era un poco más comparado con la primera vez que lo encontré. Le dejé la puerta abierta para que entrará después de que termino de comer, y él lo hizo enseguida. Creo que él también se estaba cagando de frío.

Sentía un olor a humedad llenarme la nariz y por cómo estaban las nubes era obvio que iba a llover pronto, lo único bueno de la lluvia es que podía conseguir agua sin pagar. Al menos logré encontrar esas camperas acolchadas de invierno que usaba mi papá todo el tiempo, el lado malo es que me llegaba hasta las rodillas. No sabía si yo era un enano o mi viejo un gigante, pero creo que las dos son correctas.

Pese al silencio no podía evitar sentirme nervioso. Me sentía perseguido como si un saqueador o un wendigo estuviera apunto de salir de cualquier esquina para descuartizarme. Esa sensación siempre la tenía cuando salía y lo detestaba, siento que me voy a volver loco si sigo de esta manera y también siento que en cualquier momento las dos horas de sueño me van a pasar factura. Dejo escapar un suspiro y sigo caminando, aún me faltan unas horas para llegar.

Siempre aprovecho para buscar cosas de utilidad cuando salgo, aunque últimamente no estoy encontrando mucho que llevarme. Principalmente saqueó kioscos o chinos, pero hoy no tuve tanta suerte, solo pude encontrar algunas golosinas para los mocosos y unos fideos instantáneos. Tenía la esperanza de encontrar alguna salsa picante, de verdad me gusta y es algo que no encuentro hace mucho, incluso antes de que esto empezará.