Capitulo 1: Un Nuevo Día

53 9 5
                                    

El estruendoso sonido de la música hacía que mi cabeza diera vueltas. No es que pudiera hacer mucho para cambiarlo en todo caso, los dos idiotas que me acompañan siempre hacen lo mismo y de cierto modo tengo que admitir que ya me acostumbre a ellos.

De todos modos es mejor que ir caminando con este frío que te cala los huesos. Incluso con la ropa térmica que llevó siento que me voy a congelar.

Creo que en cualquier momento vamos a llegar, debería ir poniéndome el resto de mi ropa antes de que uno de los dos me saque a patadas. El mismo jean holgado y remera negra con algunas letras chinas que solo Dios sabe que dicen. Estuve usando esta ropa todo el mes, incluso puedo ver como aún tienen unas manchas de barro y sangre seca, lo odio, de solo verlas hace que mi estomago de vueltas y mis pelos se pongan de punta. Por el momento no tengo muchas más opciones, solamente me pongo aquella ropa encima de las que ya llevaba, tras esto sacó un rollo de cinta aislante y me pegó un poco alrededor de mis muñecas y tobillos. No se porque lo hago, una vez uno de estos idiotas me dijo que era bueno para que la ropa no hiciera resistencia con el viento pero ni siquiera sé si es verdad.

Antes de que pueda darme cuenta ya nos habíamos detenido a mitad de la calle, trate de asomarme para ver si podía ver algo más adelante pero la niebla no ayudaba mucho y el conductor ya había apagado las luces del auto.

Ya sabía cómo era esto, siempre la misma mierda...

—¿Querés un poco?

No pensé mucho antes de aceptar el porro, tenía que despejarme con algo.

Hubo un silencio entre los tres por unos minutos, por lo menos para mi era agradable, no sabía cómo se sentían los gemelos.

-¿Ya terminaste? - le asentí ante su pregunta, no quería ir pero tenía que hacerlo. -La tuya era la 22, ¿Verdad?

Él no espero que respondiera, solamente me lanzó la pistola a mi regazo. No importaba cuántas veces tuviera una en mis manos, siempre tenía el mismo escalofrío recorriendo mi espalda, y por la risas de esos idiotas creo que mis nervios eran evidentes. Decidí salir de una vez de la camioneta, apenas era de madrugada y sumado con la niebla no podía ver mucho lo que había enfrente mio. Estoy seguro que me voy a engripar en cualquier momento si el clima sigue así, al menos me dieron este buzo, aunque tiene algunos agujeros y está cubierto a un olor a porro exagerado...

—¡Si no regresas en la noche te vamos a dar por muerto!

Se fueron nada más decirme eso.

El silencio me incomodaba, lo único que escuchaba eran mis propios pasos y eso me ponía los pelos de punta. Para mi fortuna mi destino no estaba muy lejos, solo tres o cinco minutos como máximo, el problema iba a ser entrar.

Una tienda de música, ciertamente es raro que me hayan mandado a saquearla, pero mientras me paguen yo no tengo problema. Aunque tengo que admitir que es una pena que esta sea la primera vez que entre, quise venir cuando la abrieron pero nunca tuve tiempo, también es una pena para los dueños. Abrís una tienda y una semana después empieza el apocalipsis. Por el momento no puedo lamentarme por personas que ni conozco, mejor encuentro una forma en la que pueda entrar.

No se que es más vergonzoso, que haya estado fácilmente una hora tratando de romper el candado o que me haya dislocado dos dedos intentando hacerlo. Al fin y al cabo entre, y eso es lo importante.

Un quejido escapó de mi boca al ver la lista que me dieron, ya me lo esperaba pero en verdad quería creer que no solo me enviaron a buscarles discos. En todo caso ya estoy acá, podría ver si consigo algo para mi. Me pregunto dónde estarán las cuerdas para guitarra.

Encontré un par de cosas, pero no tengo ni idea si me sirven de algo. A lo mejor puedo intercambiar algunos discos por café o un par de cajas de té, al menos pude encontrar algunos casetes buenos.

Marea NocturnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora