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Así pasaron los siguientes días en la casa. Pier acudía cada mañana y se iba al caer la tarde. La habitación de ella ya estaba lista y esa sería la primer noche que él no la tendría a su lado al dormir. No le gustaba la idea. Quería tenerla cerca.
Había tratado muy mal a Pier esa tarde a causa de su manía de ver fantasmas por todos lados. Creía que algo le pasaría. Estaba convencido de que la arrancarían de su lado en cuanto cerrara la puerta y él no llegaría lo suficientemente rápido para recuperarla.
Ella se durmió entre sus brazos y él subió hasta la habitación con paso lento. Miró cada rincón de la casa y, tras cercionarse de que no había nadie, la acostó en su cunita. Besó su frente y se dirigió a su cuarto.
No cerró la puerta. No pudo.
Tirado en la cama, cerró los ojos pero no logró dormir en toda la noche. La necesitaba.
Cuando el llanto de ella llegó a sus oídos, fue en su búsqueda, aliviado.
-Acá está papi, reinita.
La llevó hasta su cama y la acostó a su lado. Lea ya no lloraba pero tampoco dormía. Tenía sus ojos bien abiertos fijos en él y estiraba sus manitos tocando sus ojos y sus cachetes.
Ryan comenzó a hacerle caras y ella rió mientras aplaudía y sonreía.
Ryan la subió a su pecho y la acarició suavemente.
-No voy a dejar que nada te pase, reinita. Nunca voy a permitir que nadie destruya esa felicidad e inocencia. Te amo, Lea. Te amo solo a vos y a nadie mas. No voy a dejar que nos separen, nunca.
Lea se durmió sobre su pecho y Ryan logró, al fin, conciliar el sueño.
Todo estaba bien si estaba ella. Se había prometido dejarla entrar. Lea Larm sería la única que entraría en su corazón y se adueñaría de todo el amor que fuera capaz de dar. Ryan se había prometido ser un padre. Un padre como el que nunca tuvo. Una padre que daría todo por su beba y no se rendiría nunca, daría todo por ver siempre sonrisas en su rostro.
El corazoncito de ella latía en su pecho y Ryan se sentía tranquilo al escucharlo. No dejaría que nadie alertara ese latir tan suave y tranquilo. No permitiría que nadie lo dañara. Él no dejaría que la lastimatan porque, antes de que ella llegara a su vida, jamás había sentido la necesidad de proteger a alguien.
Nunca había temido por Maggie, porque no sabía lo que sucedía en su vida. No había temido por su madre, porque no creía que su padre fuera capaz de algo así. Ryan nunca había sentido el temor a perder hasta que la vio a ella reflejada en él, en su historia.
Así que la haría feliz. Pero si ella lloraba, si ella sufría como él había sufrido, entonces él habría fracasado. Pero eso no pasaría. Él la haría feliz.

ArreglosWhere stories live. Discover now