CAPÍTULO 3

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— Disfruto mucho los días nublados — mencionó Rei mientras mordía de su sándwich — son los días en los que más puedes pensar.

Rei, o mejor dicho, Queen Babe. Era esa amiga que no encuentras en cualquier lugar, solamente aparece en tu vida sin previo aviso y se convierte en una persona importante que quieres cuidar y tener a tu lado por el resto de tus días en el mundo. En ella podía confiar plenamente, sabía que todo lo que podía confesarle no lo diría, incluso si nuestra amistad en algún momento se llegara a fracturar.

— ¿Por qué te veo tan pensativo? — atrajo mí atención de inmediato.

— No, es solamente que no logro entender algo — dije mientras pinchaba con mi tenedor la fruta picada que había traído de casa.

— ¿Qué es lo que no entiendes? ¿Es sobre alguna asignatura? Si quieres yo podría...

— No es por eso — respondí antes de que terminara su frase.

— ¿Entonces? — preguntó confundida mientras tomaba de su pajilla un poco de zumo de limón.

Ella era la única en la que podía confiar hasta el día de hoy. Ya llevaba casi dos semanas de haberme cambiando a la clase especial y ella era mi única amiga, bueno, Max también se había portado bien conmigo, sin embargo, desde hace unos días que no se acerca a mí, yo tampoco lo he hablado, no sé, simplemente decidí tomar una posición con respecto a su actitud y creo que fue la mejor. Después de todo lo que dijo aquel día decidió tomar su distancia, supongo que lo hizo para que yo no malinterprete su gentileza.
Esto es una molestia.

— Desde hace unos días — comencé a explicar — aquel chico — miré disimuladamente para que ella entendiera de quién se trataba, ella también hizo lo mismo.

— ¡Emiliano! — dijo sorprendida para luego hacer un gesto indescriptible para ser sincero — ¿Qué ocurre con él? — preguntó insistente.

— Desde el primer día en que me vio no me ha dejado de molestar. Incluso me preguntó molesto porque estaba en la clase especial — seguía jugando mi fruta con el tenedor.

— ¿Se conocen?

— No, yo nunca lo había visto — aseguré.

Y no mentía, era la primera vez que lo veía en mi vida. Ambos teníamos 2 vidas diferentes, él era día y yo noche, ambos estábamos en diferentes momentos. Por más que trataba de recordarlo era imposible.

— Tal vez y en algún momento se toparon en el mismo lugar y tuvieron un pequeño problema — agregó con tanta seguridad que por un instante me lo creí, fue tan real que mi imaginación salió a relucir, al menos eso creía, que era solo una ilusión en mi cabeza.

🍂🍂🍂

Nadie estaba en casa, éramos solamente yo y mi compañera fiel, Melina, mi hermosa perrita que un día lluvioso me encontré cuando salía del instituto, se veía tan vulnerable ahí sola que no podía ser tan cruel y dejarla ahí pasando frío, hambre y maltrato de gente inhumana. Yo no era ese tipo de persona.
Mi mamá, al verla, no la quería en casa, pero tuvo que aceptar cuando le dije que ella sería la única compañía que tendría, un poco duro pero era una realidad. Al siguiente día decidimos llevarla al veterinario para que le puedan aplicar todas las vacunas necesarias. El veterinario hizo lo correspondiente y nos preguntó de dónde la habíamos sacado. Mi mamá le explicó y al terminar ella preguntó si había algún problema. El veterinario por su parte negó cualquier problema y solamente dijo que pensó que alguien nos la había regalado porque su raza era la de un Pinscher miniatura. Mi mamá y yo nos volteamos a ver ya que ninguno de los dos se imaginó eso. En ningún momento nos importó si era de alguna raza, lo único que importaba era que estuviera bien en cuanto a su salud.
Desde ese momento, Melina, con ese pelaje negro brillante con pequeñas partes cafés y sus orejas levantadas se volvió parte de la familia.
Yo no sé qué haría sin ella.

EL CHICO DE LA CLASE 53Where stories live. Discover now