Capítulo 18. Verio.

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Al fin se habían acabado los exámenes finales. No me lo podía creer. Tantos días yendo a la biblioteca con mis amigos, comiendo en el campus y quedándome hasta las tantas estudiando ya había terminado. Era un peso quitado de encima bastante grande. Ya había terminado, prácticamente, mi primer curso de universidad y había ido aprobando todo. No cómo la mayoría de mis compañeros. Obviamente, el resto de cursos me quedó alguna, pero ese curso no, ese curso pasaba limpio. El último examen me había salido demasiado bien como para no tener esa actitud ya. 

Me senté en el patio, al Sol, con un té de limón. Mis perros se tumbaron a mi alrededor. Ya había terminado y el calor insoportable no había llegado. Increíble. No sabía muy bien que tenía que hacer en ese momento. Tenía prácticamente tres meses de vacaciones por delante. ¿Debería aprovechar e ir a algún sitio? ¿Debería explorar más mis hobbies? Había estado estudiando tanto que se me había olvidado de que se hacía aparte de estudiar. 

En ese momento, Bobi se acercó a mí y se tumbó boca arriba al lado mía. Empezó a lloriquear para que le acariciase. Con el paso de los años se había vuelto más exquisita. Reí al verla así y me agaché para hacer lo que me pedía. Ella empezó a mover la cola y a sonreír de una forma adorable. 

"Lo mal que estoy, y lo poco que me quejo"

Empecé a cantar de forma sarcástica, recordando la canción de El Kanka. Sí, podía ser que, desde que lo descubrí, sólo lo escuchara a él. Supongo que es ese tipo de artista que, una vez lo descubres, sólo quieres escucharle a él durante unos meses. 

Ella empezó a moverse de un lado a otro con mucha felicidad. Realmente me llenaba mucho esos momentos con Bobi. Además, los otros estaban demasiado relajados en el césped como para ponerse celosos. Mejor. Bobi y yo contra el mundo. 

Le di un beso en la cabeza y volví a sentarme en la hamaca. Volví a mis pensamientos de comienzo de vacaciones. A lo mejor debería aprovechar y a hablar con Manolito. No sabía nada de él de hace unos meses. Creo que hasta ni le había hablado de Matilde. Saqué mi teléfono y le escribí:

"Hola, tío! Como vas? Qué es de ti?"

Después de eso, guardé el móvil, aunque sintiéndome muy tentador de escribirle de vuelta a Matilde. No, Verio, tenía que estudiar. Da espacio para que estudie. Responsable. 

Unos minutos más tarde, sonó la notificación. Me metí. Era Manolito. Su contestación fue:

"Bien, y tú?"

Esa frase había muy seca para Manolito. Le pasaba algo. Él era un chico animado, positivo y espontáneo. No contestaba de esa manera. Tenía que llamarle. Habíamos pasado demasiado tiempo juntos para saber que esa contestación era una voz de alarma. 

Estaba planteándome cómo hacerlo cuando sonó otra notificación. Bien, a lo mejor Manolito me daba más información y era cosas mías. Sin embargo, no era un mensaje de Manolito, si no de Matilde. Me preguntaba si quería ir a su casa, que el examen de mañana lo llevaba bien. Ah, bueno, si el examen lo llevaba bien... no era de novio irresponsable darle una visitita, ¿no?

Le confirmé que iba como acto reflejo y me levanté, dispuesto a arreglarme un mínimo antes de tomar el bus. Bobi me siguió, curiosa por lo que iba a hacer a continuación. Los otros dos la vieron y la copiaron. Genial, ahora tenía tres perros que querían ir conmigo a todas partes. 

-No, chicos, cuando vuelva los paseo. Pero, ahora, uno tiene que ver a su amada-les dije y ellos me siguieron igual a la habitación. En fin, lo que tiene que los perros no hablen humano. 

Me arreglé lo más rápido que pude, fui al bus y en poco tiempo ya estaba en el portal de Matilde. Respiré hondo antes de llamar al porterillo. Era la primera vez que iba a ir a su piso. Había visto parte de él en foto, pero nunca en persona. Estaba bastante nervioso. 

Sin amor no hay futuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora