Confusa

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- ¡Dios! ¿No hay ni una aspirina en esta casa? – Me despierta mi resacosa compañera de piso – ¡Camila! ¿Tienes aspirinas?

Salgo de la habitación, adormilada, con el paquete de aspirinas que siempre tengo en mi mesita de noche.

- Toma una y bebe mucha agua, aunque no se te terminará de ir la resaca con eso.

Ally me abraza efusivamente, dándome las gracias por las aspirinas, antes de quitármelas e ir a la cocina. Momento que aprovecho para usar el baño.

Y mientras me ducho, oigo como Ally me dice si no puedo llamar a su casa y decir que está enferma y que no puede ir. Me río y le contesto que ya la advertí ayer de que no bebiera como un elefante, que hoy debía ir. La mala elección es suya y debe sufrir las consecuencias.

Entonces suena el teléfono, y oigo maldecir a Ally contra el inventor del timbre de ese maldito aparato que, cuando salgo del baño, tiene pegado a la oreja, intentando convencer a alguien para que llame por ella y diga que está enferma. Pero parece que también le están diciendo que no y cuelga, molesta.

- ¿Quién era? –curioseo.

- La asquerosa de Lauren, que me olvidé mi bolso en la fiesta –me responde, desnudándose frente a mí antes de ir a su habitación a ponerse algo de ropa – Me lo va a traer; pero yo me tengo que ir inmediatamente.

Ahora le entra la prisa por irse. La madre que la parió.

- No esperarás que me quede aquí hasta que venga Lauren a traer tu bolso, ¿no?

Sale de su habitación, vestida y con su bolsa a cuestas, sonriéndome con esa típica sonrisa de: "Va, venga, hazlo por mí, ¿qué te cuesta?".

- De acuerdo –consiento finalmente, y recibo un besazo en la mejilla por parte de Ally, antes de que desaparezca por la puerta y, en un desesperado intento de marcar mis reglas, grito a una puerta cerrada –. ¡Pero deja el bolso y se va!

Sin embargo, mi querida compañera de piso ya se ha ido. Son las doce del mediodía, podría volver a la cama y dormir un poco más si no fuera porque no sé a qué hora se presentará Lauren, y porque ya me he duchado. No sabiendo que hacer, termino delante del espejo, mirando que tal ando de ojeras y mirar cómo voy vestida.

Bueno, un viejo pantalón pijama y una sudadera no están mal para recibir a la chica que me gusta pero que se piensa que la odio y que debe seguir pensándolo si quiero que siga siendo un secreto, ¿no? ¿Por qué nadie te dice cómo te debes vestir en este tipo de situaciones? Espera, creo que sí leí algo el mes pasado en alguna revista de moda; aunque, claro, en vez de chica, era chico.

Ya habiéndome mirado y mirado una y otra vez en el espejo, dejándome el pelo suelto y recogiéndomelo cada dos por tres, no sabiendo cómo dejármelo, decido ir a la cocina a preparar algo de café. Tras mirarme en el reflejo que me da una olla sucia que reclama ser lavada, decido dejarme el pelo suelto, y me lo alboroto un poco. Ahí, ese es el aspecto que quiero tener. Y sonrío, intentando limpiarme algo que tengo en la cara. Espera, no, es de la olla.

Un intenso aroma a café invade el piso justo cuando llaman al telefonillo.

- ¿Sí? –pregunto.

- Soy Lauren, ábreme.

- Se dice por favor –le respondo, observándola a través del video del telefonillo.

Es en días como estos en los que me encanta haber pagado ese plus a la comunidad para que instalaran ese telefonillo, sustituyendo al viejo, que pegaba cada chispazo...

Me odia (One Shot- Camren)Where stories live. Discover now