4. Salir y conocerlos.

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La mañana siguiente entintaba el monoambiente, en la cama estaban recostados padre e hijo, y la suave brisa del domingo despeinaba las pestañas del lechero, que justamente ese día descansaba.

Echando un suave bostezo, lentamente abrió los ojos, la misma y bella escena de siempre lo recibía. Su gato descansado plácidamente al lado de su panza. Su brazo derecho sobre su pancita. Y el suave ronronear que siempre tenía.

Comenzó a mimarlo, suavemente, mientras pensaba otra vez sobre la tarde de ayer, la frase de Ciprianni se repetía en eco dentro de su cabeza. Sin notarlo sonreía. La imagen de Angus, su voz, su perfume, en general, su presencia, le generaban mucha felicidad. Quizás por saber que su amistad se hace cada día más fuerte, lo consolaba de todo lo mal que la había estado pasando hasta entonces.

Después de un rato, retiro lentamente la mano de su gato. Se lavanto y despacito camino al baño. Normalmente ignoraba el espejo, su reflejo era algo más que la mayoría del tiempo no le interesaba ver. Pero esta vez fue diferente. Se aprecio frente a el.

Viendose, realmente comenzaba a notar algún pequeño encanto en sus facciones. Quizás sus ojeras las arruinban, pero si se las sacara, realmente podría ser alguien relativamente guapo. Estos días había podido dormir más, aunque todavía le costaba no despertarse en el medio de la noche e intentar dormir otra vez. Era complicado y lo frustraba.

Dejo de fijarse en ello para dar un salto a la ducha y darse una rápida. Al salir sacudió su cabeza tal perro, y enrrollandose en todo el torso la toalla salió. Se sentó en su cama, para debajo de esta sacar ropa cómoda, bueno, no tenía mucha en realidad.

Saco su ropa interior, una remera manga corta blanca y un pantalón negro hasta la pantorrilla. Revisando que Miguel no mirace, rápido se vistio. Estar sin el uniforme en realidad era algo raro para él, solía usarlo incluso fuera del trabajo, se sentía más seguro en el de algún modo.

Se quedó fijo a la puerta unos minutos, un pequeño debate había empezado en su cabeza, si quedarse en casa o ir al patio interior, donde solían estar los vecinos. Otra vez las palabras de Angus volaban en su mente, "No podes ver qué en realidad sos una buena persona, y por consecuencia, no dejas a otros verlo tampoco". Quizás debía de hacerle caso, y abrirse a los vecinos. De cierto modo, siempre lo estaba incitando a que hablara más con vecinos y dejara ver qué no era solo un lechero divorciado, que lo asociaran a otros aspectos, pero no sabía a qué realmente deberían referirse con él.

Se sentó de espaldas frente a la puerta. Estaba pensando en que cosas positivas le traeria socializar más, pero si fuera sincero, no quería hacerlo, aunque la trajera muchas cosas buenas, ya estaba bien con tenerlo a Angus de amigo, y a Miguel de hijo.

Nunca le importaron las cantidades, solo la calidad. Para él, ya lo tenía todo, no se veía con la necesidad de buscar más. Pero por otro lado, a veces lo veía, hablaba con ellos, parecían amables, sonreían. En especial, siempre se hablaba con Izaack, sabía que de vez en cuando salían a beber juntos. Y con Elenois, una de las gemelas modelo, una mujer hermosa, vea por dónde se vea.

A veces dudaba un poco de que Elenois fuera pareja de Angus, se veían tan perfectos juntos, un hombre guapo, de buenos valores, y una dama hermosa, bien acomodada. Y siempre se sonreían, parecían llevarse bien, demasiado. Aunque Angus solía tener también cierta distancia, y no tenía casi roces físicos con ella, salvo los accidentale, donde rapido le pedía perdón.

Elenois... A ella también la solía ver muy cerca de su ex esposa, Nacha, reían mucho, se miraban mucho, incluso se salían abrazar. Le daba cierta felicidad verla feliz después de todo lo que pasaron. Pero la idea de Elenois con Angus, por algún motivo le generaba un pequeño toque en el pecho, no se explicaba por qué.

"Conmigo a tu lado, nunca más te esconderas" Francis x Angus.Where stories live. Discover now