1. Deme una, no... Deme dos.

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Eran las 2 de la tarde, casi terminando el turno del inspector. Pocas personas quedaban en la lista de espera, ya casi ninguna fuera de la misma, pero entre ellos estaba Francis, cuyo cansancio se impreganaba cuál aroma a la sala magenta, aferrándose sobre todo a la silla de plástico donde "descansaba", pues cierto era que nada aliviaba el peso mental que desde hace meses cargaba, incluso más que el físico tras un día largo de trabajo.

El reciente divorcio que lo llevo a hacer malabares para cambiarse de piso, su irritante horario de trabajo que por consecuencia le impedía pasar tiempo con su hija, Anastacha, y el largo camino a pie que tenía que hacer casi siempre tras una jornada, porque el colectivo pocas veces era de pasar cuando él salía. Sin sumar que durante su horario laboral constantemente le era difícil vender o dejar los jarros de leche sin ser mal atendido.

Eso justo en estos tiempos, cuando creía que por fin iba a poner algún tipo de control a su vida, se habían desatado unas olas de doppelgangers. Ahora perdía tiempo demostrando que no era uno, y batallaba con saber que cuando menos lo espere, uno se colaria y los mataria a todos, o se haria pasar tan bien por él que lo expulsaran por su culpa.

Muchas cosas que procesar en el peor momento para hacerlo, al menos para el pobre lechero.
Con sus ojeras cada vez más negras, solo se dedico a mirar el piso, disociado de la realidad, yendose a la propia por unos segundos, aunque tampoco era muy complaciente hacerlo, tarde o temprano sus pensamientos intrusivos se interpondrian en su fantasia alegre por una situación mejor.

Pero lo intento, lo mejor que pudo. Poco le duro cuando le distrajo oir la puerta abrirse y luego, quien sea que haya pasado, sentarse a su lado. Aunque no tuvo que pensarlo mucho, la colonia del que estaba a su lado era tan regular para su memoria olfativa que mirarlo estaba de más. Angus Ciprianni, el empresario del edificio.

No tenía ganas de hablarle, sinceramente sus únicas energias las quería gastar en llenar la inspección y subir a su piso. No tenía nada en contra de Angus, solo a veces sus vibras positivas y su enorme sonrisa le hacían sentir un contraste enorme, que capaz él no notaba, y fue por eso mismos que inicio la charla que estuvo evitando desde que lo vio entrar.

-Buenas tardes, Francis - Ciprianni sonreía mientras lo miraba, esperando que correspondiera a su saludo.

Francis lo dudo unos segundos, sin apartar la mirada de su punto fijo, pero ya estaba, ya empezó. Intentaría hacer la charla lo más corta y amena posible. - Mmh, hola-. Su tono de voz era casi inaudible, desanimado como siempre, bajando levemente el humor de Angus, quien lo escucho solo gracias a qué estaba cerca. Pero por su naturaleza intento animarlo un poco.

- ¿Cómo anda el trabajo? ¿Todo bien? ¿Qué tal la mudanza? - Ciprianni no era consciente de que esas preguntas eran muy del desagrado de Francis, y al verlo cambiar su expresión a una triste, la suya sintió un escalofrío. Sabía que algo habia hecho mal. - ¡Perdón!- se disculpo lo más rápido que pudo.

Francis negó con la cabeza - No, no pasa nada - Contesto Francis. - Mal, van mal - Agrego, con un leve tono de desesperación en el habla. Ciprianni quería seguir y preguntar la causa, pero sabia que solo iba a empeorar el ya tenso ambiente entre los dos.

Todo fue un incómodo silencio, solo escuchándose la pequeña discusión entre Margarette y el inspector, puesto a que no hallaba su solicitud de ingreso, aunque aseguraba que estaba por algún lado en su bolso, o pedia que viera las solicitudes de otros días, después de todo era la misma que hoy y sería la misma que mañana.

Angus escuchaba atentamente la pequeña disputa, engullendo sus pequeñas risas, hasta que su vista se fue entre las piernas de Francis. Yacian unas botellas de leche, 6 para ser exactos, y al mirar sus manos, se notaba el cansancio de haber tenido que cargarlas todo el día, y seguramente no haber tenido éxito de ventas, además de pequeños cortes que indicaban que seguramente le rompieron o se le rompieron varias, cosa que lo obligó a recoger los vidrios rotos, cortándose sin querer.

"Conmigo a tu lado, nunca más te esconderas" Francis x Angus.Where stories live. Discover now