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Sangre, miembros y órganos cubrían las calles por las que caminaba Charlie; el hedor acre de la muerte filtrándose en sus pulmones.
Alguien que había sido realmente destrozado apareció como una pulpa rojiza a través de su visión empapada de lágrimas; junto a sus restos yacía un cadáver que aún estaba relativamente intacto, y Charlie se secó los ojos para verle y reconocer su sacrificio antes de que fuera devorado por ratas o caníbales.
No era seguro estar ahí. Los demonios sobrevivientes eran impredecibles después de un exterminio: algunos se ponían emocionales, otros eufóricos. La mayoría eran violentos.
Debido a esto, Charlie no se quedó mucho tiempo; solo l suficiente para recordarse por qué estaba luchando por el cambio, o al menos por qué quería hacerlo.
Por eso había decidido quedarse en el hotel esa noche, tal vez eso la inspiraría, como lo hizo ese ángel brevemente. Ya casi había regresado cuando escuchó un débil gemido, como el de alguien a quien los ángeles olvidaron rematar.
Sus instintos se hicieron cargo una vez más y corrió en dirección al sonido, doblando una esquina hacia un callejón donde la esperaba una vista inesperada.
ーMierdaー, respiró, corriendo hacia ella ahora. ー¿Vaggie?
La chica en cuestión estaba desplomada junto a un contenedor de basura en un charco de sangre, que todavía rezumaba como oro derretido de su boca, su cabello y de manera alarmante; el lugar en su espalda de donde solían brotar sus alas.
ーOh, mierda, está bien, cálmate, ¡todo está bien!ー Charlie balbuceó, sin estar segura de si estaba hablando con Vaggie o con ella misma.
Ella superó su aprensión y se agachó frente a Vaggie, que se estremeció como un animal acorralado.
ー¡No me toques!ー El ángel herido escupió, apoyándose aún más contra la pared en la que yacía.
ーEstás heridaー, explicó Charlie con la mayor calma posible dadas las circunstancias, con las manos delante de ella en muestra de que no pretendía hacerle daño. ーPensé que lo habías logrado.
Vaggie entrecerró su ojo e inmediatamente hizo una mueca ante este acto aparentemente simple. ーOh, eres tú.
ーSí. Soy yoー, confirmó Charlie, su ritmo cardíaco se calmó al igual que el de Vaggie. ーVamos, te llevaré a un lugar seguro y luego podrás contarme qué pasó.
...
Era un trato bastante agradable. Charlie tenía muchas razones para odiar a esta chica frente a ella, pero iba en contra de su naturaleza no ayudar a alguien necesitado. Incluso si esa alguien fuera una maníaca genocida.
