004: El Agente

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Al abrir los ojos, me encontré inmersa en la penumbra de una habitación de hospital. El ambiente estaba impregnado de un silencio pesado, roto únicamente por el monótono zumbido de una máquina cercana que llenaba el espacio con su constante murmullo. Mi mente, aún envuelta en una neblina confusa, luchaba por desentrañar los recuerdos fragmentados de lo que había sucedido.

Una oleada de alivio me invadió al darme cuenta de que seguía con vida. La sensación de estar viva, palpable y reconfortante, se extendió por mi cuerpo, disipando en parte la confusión y el miedo que habían marcado mi consciencia. Mis sentidos se agudizaron, captando cada detalle de la habitación con una claridad renovada, mientras me aferraba a la certeza de que había sobrevivido a la oscuridad que me había envuelto.

Una enfermera se acercó a mi lado, su rostro irradiaba calma y profesionalismo mientras tomaba mi mano con delicadeza.

—¿Cómo te sientes?—preguntó con voz suave, su preocupación genuina era evidente en sus ojos.

—El edificio...— respondí, luchando por mantener la compostura mientras intentaba asimilar mi situación.

—Tranquila. Estás en el hospital. Hubo un incidente en el edificio, los agentes de la D.D.D te encontraron inconsciente y te trajeron aquí para asegurarse de que estuvieras bien—, explicó con amabilidad—Parece que has pasado por algo bastante difícil, pero estamos aquí para ayudarte.

Sus palabras, aunque reconfortantes, apenas lograban penetrar la neblina en mi mente, pero su presencia me ayudaba a mantener la calma en medio de la confusión abrumadora que me envolvía.

—Gracias— murmuré, sintiendo un destello de gratitud por su atención compasiva en medio de mi desconcierto.

De repente, la puerta se abrió y entró un hombre que reconocí al instante: era el hombre que recordaba haberme contratado para el trabajo en la portería junto con un doctor.

—¿Cómo te sientes, Sarah?— preguntó el doctor con una voz calmada y amable, acercándose a mi cama con paso seguro.

—Sarah... Era el nombre de mi madre, puede llamarme ___—, respondí con un suspiro, mis pensamientos aún dispersos mientras intentaba procesar lo que había ocurrido.

El hombre que me había contratado se mantuvo en segundo plano, observándome con una expresión preocupada en su rostro. —Lo siento mucho, ____. No esperábamos que las cosas se complicaran de esta manera—, dijo con sinceridad, su voz cargada de remordimiento.

Asentí con la cabeza, reconociendo la gravedad de la situación.

—¿Qué pasó exactamente? ¿Cómo terminé aquí? Los agentes...—pregunté, buscando respuestas en medio del desconcierto que me embargaba.

El doctor y el hombre intercambiaron una mirada significativa antes de comenzar a explicar los detalles de mi llegada al hospital y las circunstancias que rodearon mi desmayo.

—____, sé que esto puede resultar abrumador, pero es importante que entiendas lo que sucedió—, comenzó el doctor, su tono tranquilo transmitía una sensación de confianza—Te encontramos cerca de tu puesto en la portería, rodeada por los cuerpos de los agentes de la D.D.D.—, agregó, su mirada buscaba la mía en busca de comprensión.

—¿Y el doppelganger que causó todo esto? ¿Lo han capturado?

El hombre que me había contratado se adelantó, su rostro reflejaba una mezcla de pesar y determinación.

—No, no pudimos.

—No hable con tapaduras, doctor. Soy conciente de la situación de nuestro mundo, porfavor, cuénteme todo.—le pedí, sintiendo un dolor abrumador en la garganta.

bloody strawberries (Milk Man y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora