003: Favorite

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Canción recomendada: Favorite, Isabel la rosa.

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—Que tenga una buena noche, Angus.

Corregirse con los inquilinos ya era una estupidez. Todos estábamos en el mismo mundo, no había necesidad de ser groseros.

Me sentía inquieta, hoy cumplía una semana en este trabajo, seguía viva, ¿Pero a qué costo?

Últimamente, me había invadido una sensación perturbadora de ser observada, que persistía día tras día. Estaba segura de que no se trataba simplemente de paranoia o de los efectos secundarios de las pastillas para el insomnio que tomaba. Sentía una presencia en la oscuridad, meticulosamente atenta a cada uno de mis movimientos.

A pesar de haber completado una semana entera sin incidentes graves, noté la ausencia del lechero. Su falta despertó en mí una curiosidad creciente. ¿Acaso él era la razón detrás de esta inquietante sensación de persecución?

Además, se suponía que el proveía recursos a las personas del edificio, ¿Por qué no estaba?

Inicialmente, intenté racionalizar mi estado atribuyéndolo al hecho de pasar la mayor parte del día confinada entre cuatro paredes, lo que podía influir en mi percepción. Sin embargo, conforme pasaban los días, las circunstancias se volvían cada vez más extrañas, superando los límites de lo habitual.

A lo largo de este tiempo, había sido testigo de numerosas mutaciones desagradables y de la presencia de seres empapados de sangre. Algunos de ellos mostraban una sonrisa macabra mientras presentaban sus identificaciones, aunque sus rostros estaban tan deformados que apenas resultaban reconocibles. Todo esto me llevaba a cuestionarme aún más sobre la misteriosa figura del lechero y su posible conexión con los extraños acontecimientos que me rodeaban.

Las noches eran las más movidas, Pero está estaba tranquila, silenciosa, más de lo usual.

Me estiré en la silla y, en medio del silencio, escuché claramente como un papel se deslizaba por debajo de la puerta de vigilancia, haciéndome temblar.

Mis ojos ven el piso, veo que hay lo que parece una carta, papel ligeramente café,y en uno de los bordes, manchas rojas.

Mi corazón se detuvo al verla, indecisa de tomar el papel entre mis manos, con horror, miro por la ventana, sin encontrarme con nadie. Me agaché para recoger la carta, sintiendo una mirada profunda en mi espalda, me levanté rápidamente y, con asco, dejé el papel en mi escritorio.

Utilizando uno de los lápices en la lapicera junto  a mi, logré abrir la carta, hallandome con el aroma a metálico, eran la letras color rojas.

"Di mi nombre para que los vecinos lo oigan. Soy el único que puede sentirlo, cariño, ¿Puedo ser tu favorito? No quiero que me digas loco, Pero mi paciencia se acaba."

Solté la hoja con horror al darme cuenta que la tinta era sangre y, del fondo del sobre cayó un objeto, ¿Qué demonios era eso?

Me asomo en el suelo, encontrándome con un dedo humano bajo mi mesa, sobre él, había un anillo con un enorme diamante manchado en sangre, tapo mi boca para evitar gritar del horror. Con mi pie, muevo el dedo y lo tomo con el papel de la carta para tirarlo por la basura, sin poder evitar sentir ganas de llorar, me vuelvo a sentar en la silla, tapándome el rostro y tratando de convencerme de que todo es sólo mi imaginación.

—Mmmm.... Hueles demasiado bien—escuché que decían por detrás del vidrio.

Quitando mis manos con delicadeza, pude presenciar la misma sensación de ser observada al ver al lechero frente a mis narices.

—N-necesito su identificación y solicitud de ingreso.

Me encontré sorprendida al notar que el hombre no respondía a mis peticiones y simplemente permanecía allí, apoyado en la madera de roble. A pesar de mi desconcierto, él parecía hacer caso omiso, observándome con detenimiento en completo silencio. Era evidente que estaba profundamente atento a cada una de mis expresiones y movimientos, aparentemente disfrutando de mis reacciones humanas.

En ese momento, llegué a comprender que era tanto un extraño como una pesadilla. Su comportamiento, a veces inquietante y bordeando lo vulgar, insinuaba que estaba intentando sobrepasar los límites de lo que se esperaría de un Doppelganger.

—Observo que no te encuentras muy feliz,— observó.—¿Es que acaso no te agrada recibir regalos?—, añadió, su voz carente de cualquier emoción discernible.

Sentí el pecho palpitar.

El lechero se acercó con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, suaves palabras cargadas de insinuación escapaban de sus labios.

—¿Sabes cómo procrean los humanos, verdad?—dijo, con la voz completamente fría—, Se me ha ocurrido, ya que eres mi favorita... ¿Y si lo intentamos?

Aentí un escalofrío recorrer mi espalda mientras sus halagos se deslizaban de manera perturbadora. Cada gesto, cada comentario, rozaban lo vulgar, creando un ambiente de incomodidad que me dejaba sin aliento.

Me horroricé al percibir la intención implícita detrás de sus palabras y acciones, retrocediendo instintivamente ante su avance. La sensación de intrusión se apoderó de mí, dejándome con un profundo malestar mientras luchaba por mantener mi compostura frente a su inquietante coqueteo.

No tardé en levantarme de mi silla y presionar el botón. El hombre mi se inmutó, solamente su sonrisa desapareció, mientras la coraza bajaba, yo me quedé viendolo y el A mi, con el corazón entre las manos, no puedo evitar sentir los ojos llenos de lágrimas, mientras el monstruo gritaba con toda su fuerza, sentía golpes atacando la coraza, pero logré llegar al teléfono y llamar al 3312.

La pesadilla se acabó en lo que quedaba de la noche, me había quedado dormida o probablemente me había desmayado ahí mismo, pues al despertar, la luz del sol entraba por el vidrio del aparador.

¿Qué más podía esperarme?

bloody strawberries (Milk Man y tu) Where stories live. Discover now