La peor mejor cita

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Un día llegó Gregory y me dijo: "Tony, necesito que me hagas un favor" y cuándo él dice eso, lo que viene no es cosa sencilla.

Gregory y yo somos gemelos idénticos, al menos físicamente, y siempre nos ha funcionado cambiar de lugares, generalmente para evitar algún asunto desagradable o que al otro no le importara demasiado. Por ejemplo, terminar con algún novio o novia, escaparnos de algún compromiso e incluso, hacer un examen que daba flojera (en realidad mi hermano y yo siempre hemos sido bastante competentes en el terreno académico). En ese tiempo asistíamos a escuelas diferentes porque nuestros padres decían que teníamos que generar individualidad y un círculo social propio. El acaso es que aprovechando esa situación solo nuestros amigos más cercanos sabían que teníamos un hermano gemelo. Decidimos mantenerlo así, para que nuestros cambios de lugar fueran infalibles.

Pueden imaginar lo que mi hermano me pidió, supongo.

―¿Para qué?―le dije―¿A quién quieres cortar?

―Ni siquiera he hablado con él―me dijo con total tranquilidad―. Es un chico del grupo de al lado.

―Entonces, ¿por qué vas a salir con él?

―Porque aposté que lo haría, pero este fin de semana prometí ir a la playa con mis amigos de la secundaria. Prefiero ir con ellos.

―Hubieras cambiado la fecha de la cita.

―La verdad es que no me interesa tanto; es una apuesta. Solo ve y compórtate como si estuvieras muy aburrido. Al final le dices que no va a funcionar. Es sencillo.

Levanté la ceja y recuerdo haber mirado mi proyecto de ciencias en el que trabajaba y pensaba trabajar durante el fin de semana. Me daba pereza, pero ese era un favor de gran valor, Gregory contraería una deuda muy alta. Me convenía.

―¿Cómo es él?

―Es lindo, guapo. Media escuela quiere con él, la otra mitad conmigo, ya sabes.

Rodeé los ojos.

―No es muy listo eso sí, aunque tampoco es un idiota. Quiero decir, va bien en la escuela, aunque no es sobresaliente. Si va a la universidad será porque es buen deportista, seguro se gana una beca para jugar futbol americano. Es el capitán del equipo, así que... ―se encogió de hombros.

―¿Y si no has hablado con él cómo es que te invitó a salir?

―Ya te lo dije: él es parte de la otra mitad de la escuela. Obvio no quiere salir consigo mismo. Dah.

―Bajo esa lógica tú deberías estar en la mitad de la escuela que quiere con él― le dije.

―Claro, lo que pasa es que yo sí quisiera salir conmigo mismo.

Rodeé los ojos una vez más y suspiré.

―Me deberás una muy grande―Greg asintió entusiasmado y despreocupado al mismo tiempo―. ¿Cómo se llama?

―Steve.

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Steve me esperó en una de las entradas a Central Park. Ahí había quedado con Gregory quien me dio santo y seña de su aspecto. No tuve que buscarlo mucho cuando llegué, era inconfundible. Un chico alto, delgado, pero con músculos bien formados, pelo rubio y ojos azules. Greg había dicho que era guapo, pero nunca me advirtió que parecía príncipe de cuento de hadas, al que las miradas seguían con cierta timidez. No les culpo; la belleza puede ser intimidante.

Me sonrió cuando me vio, bueno, le sonrió a Gregory, quien creía que yo era. Me acerqué sin prisas, lo saludé levantando mi mano. Tenía que ser casual, pero sin familiaridad. Por fortuna su trato con mi gemelo era prácticamente inexistente, así que no podría compararnos demasiado.

Stony series Vol. 6Where stories live. Discover now