Capítulo 11

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Las palabras no surtieron el efecto deseado en mí, en realidad, durante un breve instante sí, antes de aterrizar los pies en la tierra, antes de comprender que cualquier acción que me retuviera era sinónimo de peligro para Malkolm.

—¿En un lugar seguro? —Le cuestioné con el corazón acelerado y di un paso hacia atrás, ignorando ese pequeño desnivel—. ¿Y eso por qué? ¿Qué es este lugar?

Malkolm volvió a aproximarse con las manos alzadas mirando un punto tras de mí.

—Ten cui-.

Eché un vistazo, pero fue un error, perdí el equilibrio y Malkolm solo pudo atrapar la camisa antes de que aquel resbalo desembocara en un charco profundo. Me salvé de un buen baño de lodo, pero no diría lo mismo de mis botas y la parte baja de mis pantalones. Mi pareja me ayudó a salir de las paredes del hoyo y cuando toqué suelo firme, solté un suspiro junto a una risita compasiva.

—Hoy no es mi día, definitivamente.

Malkolm emitió un gruñido que coincidió conmigo.

—Eres un imán para estas cosas.

—¿De acabar llena de barro o de atraer los problemas en general? —No era la primera vez que soltaba esa pregunta sarcástica delante de él.

—Un poco de ambas, pero, ¿qué sería de la Sarah que me enamoré si no los tuviera? —Terminó por soltar una débil risa después de ver mi cara enrojecida. Aquello me avergonzó un poco y también ablandó mi corazón. Se inclinó hacia mi rostro con aire de petulancia—. Ahora no soy el único que necesita un baño, ¿eh?

—Una cosa es estar sucia por el barro y otra por el olor... o por ambas cosas —Le sonrío atrevidamente.

—Bien, pues todo se soluciona con un baño fresco —Malkolm escudriñó el bosque—. Debe haber un pequeño manantial por aquí.

La idea apetecía hasta que mi cabeza se asentó a la realidad. Me aferré al brazo de Malkolm, a modo de retención.

—Pero, no deberíamos alejarnos...

Aunque no estaba segura si estamos cerca o lejos del campamento después de pasar esa luz extraña.

Él frunció el ceño como si no viera lo mismo que yo.

—Solo buscaremos agua para lavarnos. ¿Qué problema hay?

—Es que... —Mordí mi labio inferior apartando la mirada—. como insinuaste a Breyton que me ibas a llevar contigo, que no volvería al campamento...

—Lo pensé muchas veces... Pero no lo haré —Aquella frase aflojó el peso que cargaba en mi estómago y me hizo preguntarme qué le hizo cambiar de idea. Malkolm retiró un mechón de mi mejilla que no percibí su existencia hasta ahora—. Solo lo insinué porque no me gusta que Breyton o cualquiera crea que tiene poder sobre ti.

Había olvidado lo cansino que es cuando se provocaban uno al uno.

—¿Pero está bien que creas que tú sí?

Arqueó una ceja.

—¿Cómo?

—"Es mi hembra y la madre de mi futuro cachorro. Y si quiero llevármela, lo haré". —Recité sus palabras con una voz grave y dramática.

Su sonrisa no debió aparecer y tampoco debió de gustarme tanto.

—No falta verdad en que eres mi hembra y la madre de mi futuro cachorro... Pienso recordárselo a cada macho con pérdida de memoria como Breyton —El dedo que circulaba vagamente por el hueso de mi mandíbula que se posó en la barbilla junto a su pulgar.

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⏰ Last updated: Mar 31 ⏰

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El alma de la sacerdotisaWhere stories live. Discover now