Capítulo 8

87 13 2
                                    

Me desperté al sentir que alguien me acariciaba la cara. Cuando nuestras miradas se encontraron paso su dedo pulgar por mis labios, haciéndome temblar, y desear sentir su boca sobre la mía. Entreabrí la boca y él metió su dedo dentro.

—Te deseo, Iván, ¿Me deseas a mí?

Lucas sacó su dedo húmedo de mi boca y se lo llevo a la suya para lamerlo. Eso me hizo estremecer del deseo.

—Te deseo, Lucas.

Lucas sonrió.

—¿Qué deseas hacer conmigo, Iván?

No aguantaba más.

—Te necesito, Lucas.

—¿Me necesitas?

—Te necesito.

Me acerqué dispuesto a besarlo, pero él corrió la cara con una sonrisa.

—Somos amigos, Iván. Nunca tendría nada con ninguno de mis amigos.

Lo miré dolido por sus palabras.

—Dijiste que me deseabas también.

—¿En serio pensaste que sentiría algo más que amistad por vos?

Me quedé callado mientras él me miraba con falsa lastima.

—Sos el único que siente algo más, Iván.

Lucas me empujo de la cama tan rápido que no llegué a reaccionar y de repente todo se volvió negro. No podía escuchar ni sentir nada hasta que unos minutos después escuche mi alarma. Entonces abrí los ojos y supe que todo había sido un sueño.

Me acerqué a la mesita de luz para apagar la alarma de mi celular y revise alguna que otra notificación. Intenté llamar a Lucas, pero como hace más de una semana no me contestaba. Desde que se fue a Bahía Blanca no contestaba ninguna llamada ni mensaje, pero era normal que se olvidara de hacerlo. Lucas era muy colgado.

En la tarde decidí ir al departamento de Lucas porque según mi agenda hoy teníamos que hacer una colaboración para su canal de Twitch, aunque no me sorprendería si se hubiera olvidado. A veces quisiera que él sea más profesional, pero ser colgado era parte de su personalidad y si llego a ser uno de los mejores streamer de Argentina del momento es siendo el mismo.

—¿Qué haces acá? —me pregunto Rodrigo, apenas me abrió la puerta del departamento de Lucas.

—Con Lucas arreglamos que iba a venir hoy antes que se fuera, pero no me contesta las llamadas y mensajes.

—Dijo que solo se iba una semana.

La cara de frustración de Rodrigo me hizo saber que Lucas no había vuelto.

—Bueno, es medio colgado, ¿y si se olvido de venir?

Rodrigo me miro mal.

—¿Cómo se va a olvidar de venir? Tampoco es un pelotudo en potencia.

Me encogí de hombros para sacar una lata de energizante de la heladera de Lucas y la abrí para llevármelo a la boca. Lo miré a Rodrigo y estaba serio. Eso me hizo saber que algo estaba pasando.

—¿Y si denunciamos su desaparición? —le sugerí, pero me arrepentí rápido porque sonaba muy boludo.

—Lucas tiene veintidós años. Es un adulto. No nos van a tomar en serio la denuncia.

Me daba un poco de bronca que ningún tipo de denuncia sea tomaba en serio sin importar la situación. La lata entre mis manos se abollo un poco cuando la apreté de manera inconsciente. Sin darme cuenta. Levanté la mirada hacía la puerta al escuchar el ruido la llave dentro de la cerradera. Cuando se cruzaron nuestras miradas mi cuerpo se sintió en calma, pero después noté que en sus brazos sostenía a un bebé.

—No sabía que ustedes estaban acá —dijo Lucas, mirando la casa con una sonrisa. —La casa parece estar en orden.

—¿Y ese bebé? —le preguntó Rodrigo.

—Es mi hijo.

No pude evitar escupir el energizante de la sorpresa, ¡¿desde cuando?! ¡¿Cómo?! ¡¿Qué?!

—¿Es joda? —le pregunté, sabiendo como era Lucas era lo más probable.

—¿Lucas de donde sacaste a ese bebé? —le pregunto Rodrigo.

A todo esto noté que Dolores estaba atrás de su hermano, sosteniendo una valija mientras tenia la mirada perdida.

—¿Te acodas de nuestro viaje a Córdoba hace dos años? —pregunto Lucas, mirando a Rodrigo.

—Sí.

—Bueno, estuve con una chica y nació Gonzalo.

—¿Lucas sabes lo que es un forro?

—Sí.

—¡¿Y sabes que lo tenés que usar?!

Al parecer Rodrigo no se tomo muy bien la paternidad de Lucas.

—Paso hace dos años, Rodrigo —contesto Lucas, tranquilo como siempre. —No me acuerdo nada de esa noche. Tomé un montón.

¿Pero se acordara que estuvo con la mina? Por qué siendo sincero Gonzalo no se parecía a Lucas. Podía ser que el bebé se pareciera más a la mamá, pero algo acá no me cerraba.

—¿Y si no es tu hijo? —le cuestionó Rodrigo.

—¿Por qué su mamá me mentiría?

—Porque sos uno de los streamer más conocidos de Argentina.

—Gonzalo es mi hijo, Rodrigo. Sé que es difícil de asimilar pero es así.

—¿Te hiciste un ADN?

—No.

Le di un sorbo a la lata mientras pensaba en que no había nadie más pelotudo que Lucas.

—Entonces te vas a hacer uno —contesto Rodrigo.

—¿Y si da negativo?

—Lo devolves.

Gonzalo comenzó a llorar tan fuerte que provoco que Dolores cerrara los ojos y moviera la cabeza a los lados. Le molestaba el llanto del bebé. Lucas logro que dejara de llorar, sorprendiendo un poco porque no debía tenerlo mucho tiempo como para ser un buen padre. Tal vez Lucas nació para serlo y por lo que sabía siempre deseo una familia propia.

—Tengo que cambiarle el pañal —dijo Lucas para voltear a mirarme. —¿Me ayudas, por favor?

No me podía resistir a esa mirada suplicante.

—Bueno.

Lucas me señaló con la mirada la mochila maternal que estaba encima de su valija, sin nada más que decir la agarré para seguirlo a su habitación y saqué el cambiador. No sabía mucho sobre bebés, pero ahora que mi amigo era padre tendría que aprender algunas cosas para ayudarlo.

—Pensé que él iba a estar feliz por mí —dijo Lucas, refriéndose a Rodrigo.

—Bueno, seguro se le pasa y te felicita.

—Lo conozco —suspiró, triste. —Hasta que no vea la prueba positiva no va a hacerlo.

No sabía que decirle para que se sintiera mejor. Tal vez no se necesitaban palabras sino acciones. Me acerqué a él para darle un beso en la mejilla.

—Te voy a apoyar en tu nueva vida siendo padre.

Lucas me sonrió agradecido.

—Te quiero mucho Iván.

No era la primera vez que me decía, pero se sintió diferente y no sabía porque razón.

—Sos un buen amigo —agregó, devolviendo el beso en la mejilla.

Me cuestioné mientras lo miraba haciéndole caras graciosas al bebé para que se riera, ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué lo veía diferente? ¿Por qué de la noche a la mañana soñaba con él? En cualquier momento iba a enloquecer porque no quería sentir nada por él. Me gustaban las mujeres. Nunca me gusto ningún hombre. Bueno, en realidad llegué a sentir algo por uno, pero no fue amor.

No fue amor.

Margaritas entre Hortensias ; Iván Buhajeruk, SpreenWhere stories live. Discover now