Capítulo 5

144 17 3
                                    

Santa Fe, 2017

Comenzaba a entender a lo que se refería Toro con abrumarse por tanto lujo. Tenía miedo de tocar algo y romperlo porque no podría pagarlo ni trabajando toda mi vida. Me sentía fuera de lugar. En especial porque comparado con los demás estaba vestido como un linyera.

—¿Iván? —me llamo Victorio.

—Tengo miedo.

—Se te ve en los ojos —se rio para darse la vuelta. —Me sentí igual cuando Luciani me trajo por primera vez. Definitivamente este es un mundo diferente al nuestro.

Caminamos hacía el campo donde estaba Luciani practicando montado en un caballo negro. Era la primera vez que veía a alguien en un caballo y me parecía increíble.

—Es bueno —le dije a Victorio.

—Eso porque no lo viste a él.

—¿El de belleza europea?

—Se que lo vas a reconocer cuando lo veas.

—Seguro no tiene nada en especial. Solo debe ser un chico bueno montando un caballo con plata.

—Lo subestimaste sin conocerlo. Eso esta mal, Iván.

—Solo digo que no es la gran cosa.

Nos sentamos en la gradas, esperando a que comience todo. Me quedé mirando mi celular por si Catalina me enviaba un mensaje. Si no le contestaba rápido iba a enojarse pensando que estaba con otra. Toro me sacó el celular y antes de que pudiera reclamarle, una voz anuncio que alguien entraba al campo.

—Te lo voy a dar después —me dijo Toro, guardando el celular en el bolsillo de su pantalón.

—Toro, mi novia se va a preocupar.

—¿No se preocupo cuando te golpeo con fierro?

Lo miré boquiabierto.

—No vuelvas a decir en voz alta. Me prometiste que no ibas a decir nada.

—Iván, por favor. Tenés que darte cuenta.

—¿Cuánta de qué?

—No quiero discutir con vos ahora porque no es el lugar, y quiero ver a Luciani perder como hago todos los sábados desde que empezó nuestra relación.

Negué con la cabeza para mirar hacía el campo. Luciani casi logró esquivar todos los obstáculos, pero le erro como a tres y por último se cayó del cabello.

—¿Seguís pensando que es bueno? —me pregunto Victorio, riéndose.

—¿Y si se lastimo?

—Esta bien, mira.

Luciani se levanto como si nada para calmar al caballo y se lo llevo del campo de obstáculos. Unos minutos después apareció otro chico montado en un caballo blanco. No lo podía ver bien porque tenía casco, pero estaba seguro que era el chico de belleza europea porque esquivo perfectamente todos los obstáculos haciéndolo ver fácil. Todos aplaudieron, también lo hice porque más que impresionante.

Entonces se quitó el casco y sonrió. Era la sonrisa más hermosa que había visto en toda mi vida. Me quedé mirándolo con la boca abierta. Él tenía una belleza que no había visto antes en persona.

—¿Te enamoraste, Iván?

Negué con la cabeza, aunque sabía que no lo preguntaba en serio.

—Me gustan las mujeres.

—Luciani pensó lo mismo y después me conoció.

—Pero ustedes...

—Te puede pasar que te guste nomás.

—No —contesté, seguro.

—Lo que te quiero decir, Iván. Es normal cuestionarse un poco las cosas y probar nuevas.

Estaba seguro que era un hombre que solo sentiría amor romántico por mujeres y que eso no iba a cambiar nunca.

—Solo me impresionó ese chabón porque tiene rasgos distintos a los que veo comúnmente. Nada más.

—Te quedaste con la boca abierta —se rio, haciendo que me sienta avergonzado porque era verdad.

—¿Por qué lo molestas tan temprano? —le pregunto Luciani, acercándose a nosotros. —Hola Iván, ¿Cómo estás?

Nos saludamos con un choque de puños.

—Hola Luchi, todo bien.

—¿Y qué te parecí en el campo, Iván?

—La verdad que estuviste...

—Terrible —me interrumpió Victorio. —No sé como te presté atención siendo que sos malísimo en el campo.

—Porque te lleve al campo después de que empezáramos a salir.

—Sí, como olvidar que me trajiste a conocer a tu encantadora abuela que sigue preguntándote por tu ex en frente de mí.

—Puede olvidar las cosas, boludo. Es una mujer grande.

—Cuando le conviene se olvida las cosas la vieja esa.

—Tengo que ir al baño —les dije, dándome la vuelta para irme rápido hacía algún baño. No quería estar en medio de una posible discusión de pareja y también, si tenía ganas de ir al baño.

Unos minutos después de haber encontrado un baño y hacer mis necesidades, me dispuse a volver a donde estaban Victorio y Luciani, pero no estaban. Intenté buscarlos, pero no sabía ni siquiera donde estaba parado. Me decidí entrar por un pasillo color crema y abrir una puerta así nomás. Fue un error porque justo había un chico cambiándose.

—¡Perdóname, amigo!

Intenté cerrar la puerta, pero el evito que lo haga. Era el chico de la sonrisa hermosa, pero ahora tenía lentes y a través se veían sus ojos verdes.

—Solo no tengo remera. No estoy desnudo —sonrió. —No pasa nada. No te disculpes.

Me quedé quieto unos segundo, mirándolo sin decir nada, ¿Qué me pasaba? ¿Por qué no lo dejaba de mirar así?

—¿Estás bien? —me pregunto, tocándome un hombro.

—Estoy buscando a mi amigo Victorio Capelli y Luciani Martino, ¿Lo conoces a alguno de ellos?

—Sí, deben estar ocupados ahora. Vas a tener que esperar, pero no te preocupes. Te podes quedar conmigo si querés.

—No sé... —susurré, pero no pareció escuchar lo que dije.

—¿Cual es tu nombre?

—Iván Buhajeruk.

Se acerco a mí para darme un beso en la mejilla, tomándome por sorpresa.

—Lucas Di Bianco Romero.

Margaritas entre Hortensias ; Iván Buhajeruk, SpreenWhere stories live. Discover now