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Volver a España siempre me deja un sabor amargo en la boca, y es que las razones por las que regreso nunca son algo con lo que me sienta realmente cómoda

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Volver a España siempre me deja un sabor amargo en la boca, y es que las razones por las que regreso nunca son algo con lo que me sienta realmente cómoda. Esta vez, el motivo de mi retorno es el próximo Gran Premio de España, una fecha importante en el calendario de la Fórmula 1. Pero, para añadir una capa más de complicación a mi visita, mi familia ha decidido organizar la presentación del nuevo vino justo esa semana.

La idea en sí no es mala; después de todo, el Gran Premio atrae a numerosos famosos y personalidades al país, lo que podría ser una excelente oportunidad para promocionar el producto. Sin embargo, no puedo evitar sentir un ligero resentimiento por tener que lidiar con asuntos de negocios mientras estoy en casa. Me gustaría que mis visitas fueran para disfrutar y tratar de que este nuevo rol que tengo en la empresa, por poco que me interese, me ayude a reconectar con mi familia, en lugar de estar preocupada por reuniones y eventos sociales.

Además, la presencia de tantos famosos y la atención mediática añaden una presión adicional a la situación. Aunque he empezado a acostumbrarme a lidiar con la atención pública, siempre resulta agotador tener que estar en constante alerta y cuidar cada palabra y acción cuando se está rodeado de personas influyentes y cámaras. En resumen, aunque estoy emocionada por volver a España, el propósito de mi viaje agrega un toque de tensión y preocupación a mi regreso a casa.

Al abrir la puerta, el familiar aroma a las vides me da la bienvenida a mi hogar. Sin embargo, al adentrarme, me sorprende encontrarme con una calma inusual. La casa está inusualmente vacía, excepto por Rocky, que da vueltas emocionada por el espacio adicional que ofrece nuestra casa española en comparación con nuestro pequeño apartamento en Inglaterra.

Recorro los pasillos, disfrutando de la calidez y la familiaridad de cada rincón. Las paredes encaladas y las baldosas de terracota reflejan la luz natural del atardecer que se filtra por las ventanas, creando un ambiente acogedor y hogareño. Los muebles de madera oscura y los detalles ornamentales añaden un toque de elegancia rústica, característico de las casas de por aquí.

Finalmente, llego a la cocina, donde la actividad bulle. Varias personas se mueven de un lado a otro, preparando la mesa y preparando bandejas llenas de comida.

Carmen está en el centro de la acción, coordinando todo con su habitual energía y determinación. Al verme, su rostro se ilumina con una sonrisa cálida y acogedora. Se acerca a mí con los brazos abiertos, dispuesta a darme la bienvenida.

—¡Victoria, hija! ¡Qué alegría verte de nuevo! —exclama, abrazándome con cariño—. ¿Cómo has estado?

—Hola, Carmen —dejo un beso en cada una de sus mejillas—. Ha sido un viaje corto lamentablemente —respondo con una sonrisa, devolviendo su abrazo con gratitud—. ¿Qué está pasando aquí? Pensé que mis padres iban a estar aquí para almorzar juntos —Carmen baja la mirada por un momento, una sombra de preocupación cruzando su rostro.

—No te avisaron —dice en forma de reprimenda—. Hubo un contratiempo con el nuevo vino que están lanzando —explica con cautela—. Tuvieron que ir a la empresa para solucionarlo, pero seguramente no tardarán en llegar —sus palabras confirman mis sospechas.

𝐍𝐎𝐓 𝐈𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄 | Fernando AlonsoWhere stories live. Discover now