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El Gran Premio de Australia está a la vuelta de la esquina pero mi mente está a miles de kilómetros de distancia

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El Gran Premio de Australia está a la vuelta de la esquina pero mi mente está a miles de kilómetros de distancia. No podía dejar de pensar en Rocky, mi pequeña perrita, que se encontraba por primera vez sola en un hotel de mascotas en Inglaterra. La preocupación se filtraba entre las emociones que deberían estar dedicadas a la emoción de estar en un evento tan destacado y en el cumpleaños de mi nueva amiga. No estaba segura de si podía traerla al paddock y dejarla en el garaje junto a Roscoe, el perro de Hamilton, porque no llevo aquí el tiempo suficiente como para tomarme ese atrevimiento.

Me encontraba en mi habitación de hotel, cuál sería la mejor combinación para usar mañana ya que el día de clasificación suele ser bastante atareado. El sol caía lentamente, pintando el cielo con tonos cálidos, pero mi corazón estaba nublado por la añoranza de mi fiel amiga.

—Son solo por unos días —repito al aire, intentando tranquilizarme. Pero la idea de que Rocky estuviera sintiendo mi ausencia me generaba una incomodidad persistente. De todas las veces que había viajado, cuando dejé España fue la primera vez que la dejé sola y ahora está en un hotel, sola, quizás aterrada y hambrienta, incluso cuando es uno 5 estrellas para perros.

Mis pensamientos se interrumpieron abruptamente por unos golpes en la puerta de mi habitación. Me dirigí hacia la entrada con la curiosidad dibujada en mi rostro. Al abrir, no encontré a nadie. Solo un paquete descansaba en el suelo, y su origen no era un misterio. El logo de Bake-sonalities resplandecía en la envoltura.

Me agaché para recoger el paquete y lo llevé a la mesa. Al abrirlo, me encontré con una caja de galletas. Mis ojos se iluminaron al reconocer la variedad de cada una. Tengo que decirle a Ale que deje de mandarlas antes de que salga rodando. La sorpresa de recibir nuevamente galletas por parte de mi amiga se mezcló con la incredulidad mientras inspeccionaba el contenido.

Una nota yacía sobre las deliciosas golosinas, y mis ojos absorbieron las palabras escritas con elegancia.

"Querida Victoria. Con cariño, yo"

La sonrisa se dibujó en mi rostro mientras dejaba que el chiste que hacía mi amiga el día de su cumpleaños me hiciera soltar una risita. Era un gesto simple, pero la atención al detalle me hizo sentir apreciada por primera vez en una amistad y, por un momento, la preocupación por Rocky se desvaneció.

Me senté junto a la ventana, saboreando cada bocado de las galletas mientras el atardecer bañaba Melbourne en tonos dorados. Agradecí la distracción y la muestra de afecto de Ale. Rocky tendría su propia bienvenida cuando regresara a Inglaterra pero, por ahora, me sumergí en la calidez de las galletas y la promesa de la emoción que aguardaba en la pista de carreras

Desde que comencé mi empleo en el equipo, me vi envuelta en una vorágine de emociones y eventos que antes solo había experimentado como espectadora ocasional. La adrenalina de los Grandes Premios, la estrategia meticulosa que se trazaba en el garaje, y la habilidad excepcional de los pilotos para domar máquinas de alta velocidad. Todo contribuía a una experiencia completamente nueva para mí.

𝐍𝐎𝐓 𝐈𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄 | Fernando AlonsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora