𝘼𝙙𝙖𝙥𝙩𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣

Începe de la început
                                    

-- No me gusta el Té -- Dice Alastor sentado en una mecedora -- Nunca creí que el cielo empleara métodos arcaicos contra el infierno -- Azrael le parece que ese es el término perfecto para las acciones del mismo cielo -- Así que debo "preocuparme" por mi vida cada vez que llega esta fecha --

-- En teoría, sí... -- Toma otro libro, el cual es sobre el arte de la guerra. Uno bastante bueno a su parecer -- Las almas de demonios pecadores no se restauran cuando son atacados por armas hechas de acero angelical. Mueres y ya, con mucha suerte habrá alguien que recuerde tu existencia... --

Alastor guarda silencio por unos momentos, excepto por el sonido de la estática de radio. Como si estuviera pensando lo que diría a continuación -- ¿A tí no te molesta? -- Azrael voltea a ver al demonio de rojo ante su pregunta. -- Ya sabes, que asesinen a las almas que recogiste una vez en la tierra --

--... Hace mucho tiempo que dejó de importarme, abogue y discutí pero me dijeron que sólo debía preocuparme por recoger las almas. No era de mi "incumbencia" saber cuál sería su destino... -- Azrael toma asiento en un sofá de dos plazas -- Se supone que el cielo debe hacer un juicio sobre el destino de un alma. Hace años que dejó de hacer eso, todo cambió desde que alguien esparció el rumor de que el infierno se estaba levantando y atacaría en cualquier momento. La paranoia del Consejo de los Ángeles fué demasiada que aceptaron este método poco ortodoxo. Los ángeles exterminadores sólo aparecen para asesinar a los demonios en el círculo del orgullo, a los Pecados Capitales les importa nada lo que pase aquí --

Las orejas de Alastor se mueven y tararea pensando en toda la información que ha dicho el ángel pelinegro, pareciera que aquellos que una vez fueron humanos y ahora eran demonios estaban solos para sobrevivir -- ¿Y qué pasa con el gobernante de este lugar? ¿su opinión no cuenta? --

-- ¿Lulu? Es lo que los humanos llamarían mi hermano menor -- Azrael hace una mueca de nostalgia mientras que Alastor esta boquiabierto ante ese apodo al soberano del infierno -- Hace siglos que no lo veo... Lo último que supe de él fue que estuvo de acuerdo con los exterminios desde el comienzo... --

Fué lo último que dijo Azrael, un silencio agradable quedó entre ellos dos además de las corrientes de aire que se colaban en la caverna. Eso y los ecos de los gritos que eran audibles en los oídos de Alastor que se escuchaban en la superficie.

-- Me gustaría conseguir una radio... -- Alastor haría lo que fuera para tener algo familiar con él.

-- En mi próxima visita puedo traerte eso --

-- Eso me gustaría mucho, gracias -- Azrael invoca dos tazas de café negro sin ningún endulzante, pasan el rato sin hablar de otra cosa pero acompañados de un buen café.

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Año: 1940

-- Estoy intrigado con lo rápido que te has adaptado y en parte has logrado construir esto tu solo... --

Azrael se encuentra acostado en un sofá mucho más grande donde puede estirar las piernas (cortesía de Alastor) y mira fijamente el techo de la pequeña cabina de radio.

En estos seis años que se ha encontrado con el demonio de la radio le había pedido una que otra pieza que era casí imposible de conseguir en el infierno. Al ángel no le importó que tramaba y simplemente le entregaba las cosas.

En todo ese tiempo Alastor procuró esconderse en el día del exterminio y el resto de los días a conseguir lo que necesitaba para construir su cabina. No era tan sofisticada como la que manejó cuando estaba vivo pero era algo. Y eso es todo lo que al demonio le importaba.

Ahora mismo terminaba de ensamblar y unir unos cuantos conectores y cables. Lo bueno es que resolvió la parte de transmitir por todo el anillo del orgullo hace tiempo... de la noche a la mañana aparecieron altavoces y antenas en varias zonas para ser escuchado en cada rincón del infierno.

-- Me halaga tu presencia y más en este día. Hoy es el primer día de transmisión que haré --

-- Nos deleitará a todos escuchar tu acento transatlántico -- Dice Azrael con un ligero toque de sarcasmo aunque Alastor lo entendió a la primera.

-- ¿Puedes culparme de que me guste el sonido de mi propia voz? Soy uno entre un millón, la gente me adora --

Azrael pone los ojos en blanco -- Dentro de poco podrías controlar cada radio que alguien posee --

-- Esa es la idea mi amigo, nadie tendría suficiente de mi y mi encantadora personalidad. Después de todo mi̶ ̶c̶a̶r̶a̶ ̶f̶u̶é̶ ̶h̶e̶c̶h̶a̶ ̶p̶a̶r̶a̶ ̶l̶a̶ ̶r̶a̶d̶i̶o̶.̶.̶.̶ -- Su voz se hizo más grave así como sus ojos se oscurecieron y se volvieron diales -- Ups, mis disculpas -- Suelta unas pequeñas risitas como si hubiera sido gracioso -- Aún no conozco el alcance de mis poderes pero estoy a punto de averiguarlo... --

Azrael con su rostro tan inexpresivo como de costumbre observa que Alastor oprime el botón que enciende todo el equipo dentro de la cabina así como el letrero "On Air" y hace la presentación de su persona y el cambio que habría en el infierno de ahora en adelante.

Sabría con seguridad de que Alastor tendría la ventaja en cuanto a este medio de comunicación y entretenimiento auditivo, nadie se atrevió a aparecer y reclamar el uso de la radio en su totalidad.

Alastor era la radio y la radio era Alastor.

En los próximos años iba a ser divertido ver cómo cambiarían las cosas.

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