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"Maiya." La llamada de mi nombre me dejó paralizada mientras giraba la cabeza. Rhysand estaba detrás de mí, con los ojos violetas muy abiertos y la cabeza inclinada tal como solía hacer cuando éramos más jóvenes.
"¿Sí?" Dio un paso cauteloso hacia mí mientras yo entrecerraba aún más los ojos. "¿Qué quieres?"
"Hablar." Murmuró Rhysand, antes de extenderme un trozo de papel. Lo tomé de su mano, lo abrí y leí las palabras en el pergamino. Era la disculpa formal y el fin de mi destierro, plasmado por escrito. Tarareé, antes de dibujar una runa en la esquina de la página y presionarla, viendo cómo desaparecía.
Aparecería en casa, en mi escritorio de la Ciudad Tallada.
"Azriel y yo hablamos."
"Lo sé. Él me lo dijo." Suspiré, antes de encontrar una silla convenientemente colocada para dejarme caer mientras Rhysand se balanceaba suavemente hacia adelante y hacia atrás. Parecía incómodo y no podía culparlo. También me sentí incómoda. Esta era la primera conversación que tenía con él en casi 500 años.
Al menos sabía cómo se veía esta vez.
"Eso con Feyre. ¿Es parte de tu gran plan?" Pregunté, rompiendo el silencio mientras Rhysand se encogía de hombros.
"Sí, pero no es un buen plan". Murmuró, deteniéndose. "No sabía qué más hacer".
"Funcionará." Respondí. "Tengo dos de los míos en la Corte Primavera. Estarán atentos a ella".
"¿Qu-cómo?" Rhysand farfulló, con los ojos muy abiertos. "Hemos regresado cuatro días y has estado aquí todo el tiempo".
"Rhysand, para eso están los asesores". Me reí. "Firoh regresó, les dijo a los demas y Keir tomó una decisión en mi lugar. Es para lo que está entrenado".
"No puedo creer que Keir sea tu asesor. ¿Después de todo lo que le hizo pasar a Mor?" Rhysand negó con la cabeza. "¿Cómo confías en él?"
"Él siempre me ha dado consejos sinceros y lo he castigado por lo que pasó con Morrigan". Me crují los nudillos. "Él se mantendrá alejado. Él lo sabe".
Nos quedamos en silencio una vez más, antes de que Rhysand finalmente se sentara en el asiento frente a mí.
"¿Cómo está Carasai?" Le pregunté por su sanadora, la de los ojos dorados que me había salvado hace tanto tiempo.
"Estresada. Está tratando de perfeccionar su curación, además de ayudar a su hermano a crear armas bioquímicas en caso de que llegue la guerra". Rhysand negó con la cabeza. "Ella pregunta por ti. Quería saber cómo estaba la herida"
"No es peor que cualquier otra que haya tenido a lo largo de los años". Me rasqué distraídamente la espalda. "Aunque dile gracias por preguntar por mí. Me gusta. Es agradable".
