Capítulo 26: Una piscina caliente que hace hablar de más.

497 45 36
                                    

No revolotee los brazos y tampoco las piernas, si hubo sorpresa dentro de mi, principalmente porque ya estoy vieja y mañosa y enseñar a alguien mayor a nadar no debe ser algo que se haga así de fácil.

Sé que no estaba moviéndome y definitivamente no estaba nadando, pero al menos estar flotando sin hundirme era un avance muy increíble.

Gran parte de este avance estoy segura que es por su forma de hacerme sentir a salvo.

—bueno sí, muy bonito, pero ahora como vuelvo a tocar el piso, ya fue mucho aprendizaje por hoy.
—han pasado sólo 20 minutos, quizá menos —dijo Ezra aún junto a mi.
—el tiempo que haya pasado es lo de menos, siento ya mi panza morir de hambre y el agua se calentó muy rápido que ya siento calor, ¿puedes ayudarme a dejar de flotar?

No respondió pero si accionó, pues rápidamente sentí uno de sus brazos de nuevo siendo apoyo en mi espalda flotante y también como su otro brazo empujaba mis piernas hacia abajo del agua para que pudiera pararme. Me sostuve con una mano de su hombro para así también hacer fuerza y lograr que mis piernas tocaran el piso.

Una vez que me enderecé le solté.
Mantuve una sonrisa porque me sentí muy orgullosa de mi avance, aunque fuera pequeño, cualquier avance era bueno.

Y no hablo nada más de nadar.

El hecho en sí de haber podido sentirme segura con Ezra, a pesar de ser algo tan simple, me hacía pensar que no éramos tan ajenos el uno del otro, aunque las condiciones de nuestra relación así lo hacían ver.

—¿Te sientes bien? —salí de mi mente con las palabras de Ezra.
—Claro, ¿por qué la pregunta?
—es que te quedaste sonriéndome mucho rato sin decir nada y pensé que quizá te habías mareado o que te habías disociado.
—si, me disocie un poco, no era mi intención, lo siento.
—No es un problema, ni algo por lo que dejas disculparte, me gustó mucho pensar que me sonreías, aunque fuera por disociarte —en ese punto, llevó sus manos mojadas hacia su cabello, para estirarlo un poco hacia atrás, sin embargo, el agua no dio el suficiente sostén para que pudiese quedar peinado.
—Si te he sonreído antes —él con sus manos seguía mojando su cabello para tratar de mantenerlo a raya.
—estoy consciente de ello, pero no lo haces tan frecuentemente y para ser sincero, tú sonrisa es muy bonita y me haría muy feliz poder verte sonreírme más seguido.

¡Ya basta de hacerme sonrojar! Es mucho por hoy.
Ya vámonos.

Me giré rápidamente sobre mi eje para poder dirigirme a donde estaban las escaleras de la piscina y poder salir, pero también fue para evitar que viera como me ponía roja.

Aparte, el agua ya estaba caliente y eso hacía que con más facilidad me pusiera roja.

Me movía a paso lento, no tanto porque así lo quisiera, sino porque el agua solo me dejaba caminar lento.

—Lamento si lo que dije te incomodó —escuché como también caminaba por el agua solo un poco por detrás de mi.
—No me incomodó.
—¿Entonces por qué solo te giraste? —le escuchaba cada vez más cerca.

Se sentía como si él fuera un cocodrilo y yo una zebra bebé que trata de escapar para no ser la cena.

Mi cuerpo estaba siendo 99% nervios y 1% de raciocinio, lo cual, me molestaba bastante.
No quería que las palabras de Ezra todo el tiempo me estuvieran haciendo sonrojar, pero es que quizá no había otro modo porque yo sé a lo que vine a este castillo, sé a lo que me estoy enfrentando y sé que él también sabe que no hay más opción para nosotros que terminar en un matrimonio juntos, pero no sé, si las palabra que dice, salen de su boca para seducirme o salen porque en serio las piensa.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El decreto del príncipe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora