Capítulo 12: Aphothnéskó. Parte I

20 3 0
                                    


           El capítulo es corto porque lo voy a dividir en dos partes.

           -M

*******

Hades volvió a atacar, realicé los movimientos de bloqueo con la daga, pero estaba ya demasiado cansada y sentía que iba a desfallecer en cualquier momento. Apreté los dientes sin estar dispuesta a rendirme, por suerte o por desgracia era tozuda y no la clase de persona a la que le gustara perder

Apreté los dientes alejándome de él hacia atrás, estaba jadeando.

—Pareces cansada, kala —se burló Hades, que avanzaba a mí poco a poco mientras yo retrocedía con cada paso que él daba. No respondí porque sinceramente sería estúpido negarlo, pero tampoco quería darle la satisfacción de la victoria —. Creo que estás a punto de rendirte.

—Tal vez deberías tomarte un descanso, Kore —sugirió Atenea.

—Coincido —añadió Hermes—. Es tu primera vez entrenando, no deberías sobreesforzarte.

Artemisa simplemente se quedó callada observando, mi mirada conectó con la suya y ella asintió levemente, como dándoles la razón.

«¿Incluso ella?»

—Deberías escuchar al jurado, preciosa. Después de todo estaba claro quién de los dos iba a ganar—se burló Hades.

Y tal vez hubiera sido lo más lógico, pero hacía tiempo que todo había perdido ya la lógica. Estaba cansada de defenderme, ¿esa no sería la estrategia más lógica de mi enemigo? Atacarme hasta tenerme agotada para poder darme el golpe final. Sin decir una sola palabra más levanté mi daga y ataqué, cogiendo a Hades desprevenido, como era pequeña, era más ligera y eso me daba rapidez, ese sería mi as en la manga. Esta vez no ataqué hacia su garganta, sino que dirigí mi golpe hacia el abdomen, como antes me había indicado Atenea. Hades movió el brazo para bloquearme, pero no fue lo suficientemente rápido y aunque mi golpe impactó con la rama, llena ya de tajos por el filo de la daga, no pudo impedir que no alcanzara su mano. Hades gruñó y dejó caer la rama al suelo, tenía un pequeño corte donde le había alcanzado con la daga y sangre dorada brotaba de ella y se deslizaba por su pulgar. Retrocedí sintiendo una mezcla entre sorpresa por haberlo conseguido, aturdimiento y algo de terror por lo que pasaría a continuación.

—¿Estás bien? —pregunté en un tono de preocupación.

«Eso es, tú apuñalalo y después pregúntale qué tal está, Einstein.»

Nuestros espectadores nos miraron con los ojos como platos, pero no se interpusieron en lo que quisiera que estaba a punto de suceder.

Hades pronunció algo que sonó a aimoai y su herida se curó al instante, entonces dirigió toda su atención a mí con esa sonrisa burlona y llena de promesas y juré que sus ojos dorados brillaban más que nunca. Y sentí, realmente sentí que era una oveja frente al lobo, una presa frente a su depredador y mi corazón comenzó a martillear con intensidad.

Corre, princesa.

Y nada más escuchar aquellas palabras en su mente supe que había cometido un grave error. Así que hice lo más lógico en aquel momento. Corrí.

Me adentré entre los árboles sin seguir ninguna dirección, ¿cómo había llegado a esto? Debía ser un entrenamiento pacífico, un despertar de mis poderes y aquí estaba, sin haber dado un solo paso con el tema de mis poderes, completamente sudada y agotada y huyendo de un ser divino que posiblemente me hiciera picadillo una vez que me atrapara.

HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora