Capítulo 1: Kala

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Veinte años más tarde

—Guau—Una pata peluda me palpó la mejilla varias veces. Abrí los ojos aturdida, encontrándome con una mirada penetrante, a escasos metros de mí.

Grité sentándome de golpe, causando que el perro en mi regazo casi cayera de la cama y recibiendo un gruñido de su parte.

—¡No me gruñas que eres tú el que me ha asustado, bobo!—Encendí la luz antes de lanzarle una mirada asesina a al perro.

Espera un segundo...

¡Yo no tenía perro!

Volví a gritar, saltando fuera de la cama. ¿Qué hacía un perro en mi apartamento? ¿Por dónde había entrado? Miré la ventana abierta, pero yo había cerrado la ventana antes de dormir, siempre lo hacía, ¿o no? Volví a mirar al perro desde la esquina de mi habitación. Era un pastor alemán y estaba sentado sobre la alfombra blanca al pie de la cama observándome tranquilo, no se había inmutado lo más mínimo por mi reacción histérica. De hecho, parecía hasta...aburrido. ¿Un perro podía aburrirse?

No pude hacerme más preguntas filosóficas ya que el perro se levantó y se dirigió hacia la puerta entreabierta de mi habitación. Al llegar a ella giró su cabeza hacia mí y me miró durante unos instantes, luego abrió más la puerta con la cabeza y salió al pasillo.

Lo seguí como hipnotizada. Mi apartamento no era muy grande. Tan solo tenía una habitación, un baño y una tercera habitación más amplia que juntaba la cocina y la sala de estar, pero con lo poco que tenía ahorrado no me daba para mucho más y el alquiler era asequible.

El perro se dirigió a la ventana de la sala de estar al otro lado del apartamento, se levantó sobre sus dos patas traseras y apoyó las delanteras en el cristal gruñendo. Miré a través del cristal directa a la oscuridad de la noche, un poco atemorizada.

—Yo no veo nada—Pero no cabía duda que él sí lo hacía, pude comprobar por su posición tensa y su gruñido constante—No hay nada...

Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Sí había algo, o más bien, alguien. Era casi imperceptible, sin embargo a lo lejos me pareció distinguir una gran sombra, como de una figura corpulenta, ¿una persona muy alta quizá? Tragué saliva sintiendo un miedo repentino ¿y si era un acosador?¿Debería llamar a la policía? Volví a intentar distinguir a la figura, pero para mi alivio...u horror, aquella sombra había desaparecido.

¿Había cerrado la ventana de mi habitación? Salí corriendo hacia la habitación, la ventana seguía abierta. Taquicárdica la cerré de golpe y apoyé la frente sobre el cristal, respirando profundo para intentar tranquilizarme. Quienquiera que estuviera fuera no podría haber entrado a la casa, mi ventana estaba en la dirección contraria, no le hubiera dado tiempo...

Algo se frotó contra mi mano y bajé la vista para encontrar la cabeza del perro, empujó mi mano con el hocico y me lamió los dedos. Sonriendo le acaricié la cabeza.

—¿Te imaginas que haya alguien escondido en algún lugar de la casa?—dije mientras continuaba acariciando la cabeza del can intentando relajar mi corazón acelerado—Entonces está perdido. Le engancho del cuello y ¡toma, toma, a lo Karate Kid!—pegué puñetazos al aire como si mi oponente estuviera justo en frente de mí— Una patada de taekwondo y lo dejo K.O.

CRASH

No pude evitar gritar ante aquel sonido repentino. Pero casi al instante tomé aire tranquilizándome. Solo eran las ramas del árbol que había pegado contra la ventana.

El miedo se me había ido un poco y bajé la vista hacia el can, que me devuelve la mirada con cara de ¿pero qué clase de loca es esta? Seguro que no sabe ni pelar bien una patata va a saber dar una patada de taekwondo.

HadesWhere stories live. Discover now