My band is a disaster! (and i love it)

El aburrido Paul

Todos hemos tenido ese momento en la vida en el que nos sentimos aburridos o desanimados. Bueno, digamos que a Paul le pasó eso. ¿Lo malo? Es que ha sido así desde siempre. Nunca saluda a nadie, nunca saca a pasear al perro, ni siquiera saluda al viejito de la cuadra. Imagínense lo antipático que es...

— ¿Qué hay de desayunar? — pregunta Paul mientras se saca las legañas.

— Confórmate con los cereales blandos de hace 2 días, porque ayer te dije que fueras al súper porque hoy iba a estar todo cerrado. Te hiciste el boludo; ahora ya es tarde. —

— bueno entonces me voy a acostar, no me molestes. - En el momento que se acostó en la cama no pudo dormir hasta que, luego de un largo rato, abrió los ojos y vio su celular. —

— ¿En serio solo pasaron 15 minutos? Pareció una eternidad. No paro de sobre pensar, creo que todavía no lo he superado.—
Luego de una hora, Paul logró conciliar el sueño. Pasaron los días, semanas, el cereal se agotó de nuevo, luego el agua, hasta que llegó el punto en que su madre dejó de pedirle favores, dejo de mirarlo a los ojos, dejo de saludarlo en la mañana, dejo de ir por la ropa sucia de su habitación. Pareciera como si hubiera renunciado a tratar con él

— Paul, necesito que vengas un momento, es importante — le dijo su madre desde el primer piso. Tenía un tono serio, hizo que Paul se preguntara por cada escalón que pasaba, ¿Qué será esta vez? Cada escalón recordaba otra razón por la que lo han llamado antes, cuando olvidó secar la ropa, cuando no limpió su cuarto, cuando olvidó el correo, pensó antes de llegar al último escalón.

— Ven, hijo, siéntate. En los últimos meses te he visto perdido, divagando en tus pensamientos, ignorándome y faltándome el respeto hablándome con un tono de voz irrespetuoso. Nunca recurrí a la violencia porque siempre pensé que podría hacerte mal psicológicamente. Quizás fui muy blanda contigo. Ya no eres un niño, no esperes que haga todo por ti—

— No me pasa nada, solo no me he sentido bien últimamente. Solo quiero que me dejes solo, quiero un descanso de todo — decía Paul mientras se levantaba de la vieja silla de madera.

— Paul, siéntate de nuevo, por favor. No puedes evitar los problemas para siempre. No puedes esperar que todo siga igual siempre que ignoras algo, siempre que inventas alguna excusa. Los favores que te pido son necesarios, todavía no tengo empleo y esto no es fácil para mí. Te diré algo, no puedes esperar que cada vez que te llame sea para bajar las escaleras y subirlas nuevamente. Te pido favores porque los necesito, te necesito. Eres lo último que me queda.—

— No necesito ayuda, estaré bien siempre y cuando no me molestes cada 20 minutos. Sé que tengo responsabilidades, pero cada vez son más y más. Necesito mi espacio. Ya te dije que una ama de llaves no estaría mal. Incluso te dije que no me molestaría que trajeras a un novio tuyo o algo por el estilo a casa. Solo quiero que te desconcentres de mí y de mis problemas. —

— Ya sé que no es fácil, pero eres mi hijo. También son mis problemas y mis responsabilidades. ¿Te crees que barrer, cocinar, limpiar, atenderte, lavar ropa y reparar cosas en casa es fácil? Siempre intento ayudarte, pero estás sobrepasando mis límites. Por favor, Paul, necesito que me ayudes con todo esto. Tu padre era mi única ayuda. Nadie puede reemplazarlo y lo sabes, incluso aunque digas que traer a otro no sería una molestia, sé que lo será. Te conozco demasiado bien, sé que tu padre lo era todo para ti también. Él era al que le sonreías todos los días, al que le hacías caso—

Ese día se le quedó grabado a Paul. Las palabras de su madre resonaban con eco en su cabeza vacía, al punto de quedarse semanas pensando en eso. ¿Su madre tendría razón? ¿Era tan mala persona como ella pensaba? ¿Enserio le afectó tanto la pérdida de su padre?