crema de maní o la solución a los problemas

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A la mañana siguiente, no sabe que hora es cuando es despertado, pero deduce que no es para nada tarde porque una luz que se filtra por las cortinas de su ventana es muy tenue. Abre un ojo con desgano y entre quejas mientras escucha la voz de su padre llamando por su nombre. Sus hombros son sacudidos con ligereza. Él está ahí, parado a la orilla de su cama y solo por un milisegundo le entra la preocupación. 

Es un sábado, ¿por qué mierda le está despertando con tanta urgencia? 

Con esfuerzo logra abrir ambos ojos y enfocar a Thomas. Ya está completamente vestido, con una gruesa chamarra de lluvia, como si estuviese listo para salir.

Él solo piensa que no quiere dejar ir la comodidad de su pijama. 

—Louis. 

—¿Qué sucede? —dice adormilado. 

No recuerda la hora exacta en la que se durmió la noche anterior pero no fue una ejemplar para sentirse tan cansado todavía. Ser una persona nocturna a veces podía traerle desventajas. 

—Necesito que vayas al supermercado. 

—¿Qué? —responde con desconcierto. 

—Que necesito que vayas al supermercado. 

—Te escuché, pero ¿por qué a esta hora? 

—El gobierno va a surtir la despensa. 

Oh... 

Louis suspira entre sus almohadas. Ahora hace sentido, la ayuda de la institución en la que su padre estaba suscrito desde hacía unos años. Sabía que existía pero en realidad poco de como consistía su uso. El beta era quien mayormente se encargaba de eso en la casa. Lo había pasado por alto por cierto tiempo. 

—¿Qué hora es? 

—Casi las siete. 

—No me jodas... 

—Anda, vístete. 

—¿Y tu? 

—Iré al otro pueblo, a los Addler se les quedó su camioneta en el camino. 

—¿A estas horas? —murmuró para si mismo con queja. 

—Es el momento en el que la gente normal se levanta a trabajar, ¿sabías? 

Louis se contuvo para poner los ojos en blanco ante el directo reproche hacia su persona. Se convence a si mismo de que apenas iban a dar las siete de la mañana como para ya estar discutiendo con aquel beta. 

—Aja...

—Apresúrate, no se vaya a acabar. Te dejaré todo en la mesa y un poco de dinero extra por si quieren comprarse algo más. 

¿En plural? 

Sin embargo, antes de que pudiera seguir reprochando, su padre sale de su habitación dando un portazo para hacer claro su punto de que volver a dormir no es una opción luego de sus ordenes. Ya se está imaginando a que se refería con su última frase y no le está haciendo ninguna gracia. Con un esfuerzo sobrehumano logra retirar la calidez de sus mantas para pararse de la comodidad de su cama, y se acerca a la ventana para echar un vistazo al exterior. 

Se topa con el cielo apenas iluminado por el amanecer, pero lleno de nubes grises. Abajo el pasto se nota mojado gracias a la llovizna de la noche anterior que ni siquiera se había dado cuenta de lo perdido en su sueño que estuvo. Con ello se dirige a su closet a tomar ropa de lluvia que le cubran lo suficiente del clima fresco, y se prepara mentalmente. 

Le consuela que al menos sea tan temprano y los idiotas del pueblo no estarán rondando por ahí a esas horas, porque ellos estarían haciendo cualquier cosa menos estar levantados a las siete de la mañana en un sábado de verano a ir por la canasta básica. 

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