Capítulo segundo

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                                                                                       JULIUS

Julius Garren se había enamorado de una sirviente a temprana edad. La sirviente era una plebeya que servía en su familia. Pero esto no le importaba a Julius. Aunque ella sabía que no podría casarse con él, porque el padre de Julius no lo permitiría, además de no traer beneficio alguno a la casa Garren, ella lo entendía, si bien quisiera no podía hacerlo. Pero Julius era terco y cada día que pasaba, él se le insinuaba más y más. La sirviente le decía que no, porque sabía que no lo iban a permitir, además de tener temor sobre de lo que le harían si no encajaba entre ellos.

Grande sería la sorpresa que llegaban a los oídos de Julius cuando su padre lord Royan Garren, le comentará sobre su compromiso con la princesa Cerly. No podía creerlo, se había enterado como si nada de que tenía que casarse con una mujer que apenas había visto unas tres veces durante banquetes hechos por sus familias. Julius no podía retractar las decisiones de su padre, porque sabía que era por el bien de la casa. A pesar de haber recibido el título de caballero del filo ardiente (Títulos que se otorgaban a aquellos que demostraban ser los más fuertes o influyentes guerreros de sus respectivos reinos). Tenía que esperar la llegada de la princesa, ya que era el acuerdo determinado que habían hecho el Rey y su padre. Se trataba de que la princesa iría a Ventisca y el mas tarde  visitará la capital.

Pues así se hizo, Julius espero durante ese lapso de tiempo, la llegada de Cerly Arventa a los dominios de los Garren en Ventisca. La carroza de la princesa había llegado, y afuera del castillo de la casa Garren, le esperaban una selecta fila de sirvientes a disposición de ella, también estaban el lord Royan y el mismo Julius. La carroza junto a sus varios guardias se detendría a la protección de la gran sombra que provocaba el elevado muro de la edificación y el sol poniente.

—¡Den la bienvenida a la princesa Cerly de la casa Arventa! —exclamo un guardia presentándola.

Cerly bajo de la carroza tomada de la mano de su mayordomo, llevaba un vestido de seda muy costoso de color celeste y unas rosas de tela del color azul en su cintura que hacían juego con su vestido. Cuando bajaba, un pequeño remolino de viento sacudiría su cabellera rubia. Los que le estaban recibiendo se arrodillaron a disposición de Cerly. Julius la contempló, no había duda de la belleza de aquella mujer. Pero no le habían provocado ni el mas mínimo cambio dentro de él, porque ya se había enamorado de otra mujer y eso no cambiaría.

—Bienvenida princesa Cerly —dijo lord Royan — Soy Royan de la casa Garren, guardián de Ventisca e hijo del difunto lord Persan Garren.

—Gracias por la bienvenida lord Royan —dijo Cerly —Pueden pararse. Y ellos se pusieron de pie.

—Le presento a mi hijo Julius.

Julius dio un pequeño suspiro pensando en cómo debía presentarse. Pero no le salía nada, estaba entre la espada y la pared, los nervios le habían invadido. Luego se recompuso y tomo valor, tenía que comportarse como alguien culto, ya era mayor.

—Me presento, soy Julius de la casa Garren —dijo inclinándose un poco hacia ella.

—Agradezco la bienvenida a sus dominios, y un gusto conocerte Julius —dijo Cerly.

Cerly parecía cansada, Julius lo noto y entre susurros le comentaría a su padre. Lord Royan daría la orden de llevarla a su cuarto ya que al día siguiente se daría la fiesta de bienvenida. Los sirvientes la llevarían a su cuarto para que ella descansara.

Después de eso Julius se encontraba en los pasillos rumbo a la zona de entrenamiento. Procesando lo que había pasado. La sirviente de la cual Julius se había enamorado se toparía con él, mas ella no le haría caso e intentaría no acercarse. Esto provocaría una sensación de presión en su corazón que se extendía a todo su cuerpo. Dio un fuerte suspiro para aliviarse. Continúo caminando dejando atrás a la sirviente. Ella también lo había sentido, pero no podía hacer nada para cambiar sus destinos.

DANZA DE LAS ESPADASKde žijí příběhy. Začni objevovat