Nos sentamos en el sofá y nos abrazamos. Es un momento en el sobran las palabras, cada una entiende el dolor de la otra puesto que ambas hemos perdido a alguien importante.

Después de un largo rato en el que lo único que hacemos es estar en silencio a oscuras, ya que no he querido encender las luces para no delatarnos, ella se endereza y se limpia las lágrimas.

- ¿Estás bien, Melisa? ¿Qué te ha llevado a venir aquí sin decírselo a nadie, ni siquiera a mi? - Noto la preocupación en su voz y, de repente, vuelve a llorar. - Pensaba que te había pasado algo.

- No sé qué me está pasando últimamente, Sara. Desde el incidente en la universidad algo ha cambiado. Algo no está bien. Y no sé si me estoy volviendo loca o si de verdad ha ocurrido.

Y dicho esto, empiezo a contarle lo ocurrido en el hospital con pelos y señales. He llegado a la conclusión de que sólo la tengo a ella, y no voy a ocultarle nada más. Si al final ella me traiciona dará igual, porque de todos modos acabaré muriendo. Y, la verdad, es que eso llevo queriendo desde hace tres años.

Ella me escucha sin decir ni una sola palabra. Conforme voy relatanto lo ocurrido, algo es su mirada cambia.

También le cuento mis sentimientos por Leo, ya puestos a revelar secretos.

Una vez he terminado de contarle todo lo ocurrido en los últimos días, me siento muchísimo mejor. Como si me hubiese quitado un peso de encima.

- Bueno, dime algo.

- Así que no has perdido la memoria. Nos has engañado a todos.

- No tenía otra solución, no sabía de quién fiarme y de quién no. Lo siento muchísimo, no debería haber dudado de ti.

- Pues sí, deberías haber confiado lo suficiente en mí para saber que nunca te haría daño. Pero tengo que reconocer que eres una actriz estupenda. Has conseguido que todos te creamos. - Me dice muy emocionada.

- Vamos a ver Sara, céntrate. Te acabo de decir que creo que nuestros amigos me quieren matar, ¿y tú estás entusiasmada porque os he mentido? ¿Seguro no te has dado un golpe en la cabeza?

- No me he dado ningún golpe, tonta. Sólo que no pensaba que fuese posible que alguien consiga engañarme de esta manera.

Justo cuando iba a decirle algo, unos golpes muy fuertes suenan en la puerta. Nos miramos la una a la otra y vamos corriendo a escondernos en el armario de mi habitación, ya que tiene un escondite muy bueno que hice cuando era pequeña con mi padre.

Abro la puerta del armario, quito el tablón que sirve como falso fondo y entramos las dos. Lo hice cuando era pequeña, pero lo recuerdo como si fuese ayer. Mi padre quería que tuviese un lugar en el que esconderme cuando jugábamos al escondite. O eso decía él.

Después de cerrar la puerta del armario y colocar bien el tablero, nos quedamos en silencio.

- Ya te he dicho que aquí no está. Sabes muy bien que hace mucho tiempo que no viene aquí. - Dice Elliot.

- Es el único sitio que nos queda. Si no está aquí, no sé dónde puede estar. No la podemos rastrear ni a ella ni a Sara. - Puedo notar lo enfadado que está Damián.

- En algún lugar de esta ciudad tienen que estar, maldita sea. No entiendo cómo se nos han podido escapar. - Grita Elliot muy enfadado.

Cuando me giro hacia Sara para comprobar que no esté asustada, veo que está incluso más tranquila que yo. Es como si esto no fuese nada nuevo para ella.

- ¿Por qué estás tan relajada? ¿No te dan miedo?

- Ya hablaremos en cuanto se vayan. Ahora cállate, no quiero que nos encuentren.

Algo me dice que ella sabe lo que está pasando, incluso mejor que yo.

- Aquí ha sido el último lugar en el que el teléfono de ambas ha estado encendido. De eso hace dos horas y media. No pueden estar muy lejos. Vamos a seguir buscando en las discotecas. Si han estado aquí, a lo mejor van a querer ahogar las penas en alcohol. - Leo, como siempre, es el más racional de todos.

Después de unos minutos en los que registran la casa a fondo a ver si nos encuentran, se dan por vencidos al ver que no encuentran nada y se van.

Nos quedamos en silencio un poco más y, cuando estamos seguras de que se han ido, salimos.

- ¿Me puedes explicar por qué esto no te extraña en absoluto? - He estado observando la reacción de Sara, y puedo decir, con total certeza, que no le resulta nada rara esta situación.

- Nos han interrumpido justo cuando yo también quería pedirte disculpas. No he sido sincera contigo del todo. Te he estado ocultando cosas por tu propio bien. Pero no quiero que creas, en ningún momento, que yo te quiero hacer daño. Eso jamás.

La presión en mi pecho vuelve a aumentar al pensar que no debí haber confiado en ella tampoco. Tendría que haberme quedado callada, no haberle dicho nada. Tendría que haber aprovechado la ocasión y haberme largado de este maldito lugar.

O simplemente, tendría que haber cumplido aquello por lo que llevo tanto tiempo esperando. Tendría que haberme quitado de en medio, así estaría por fin mis padres. Volvería a ser feliz.

- Melisa, escúchame atentamente. Jamás te he mentido para hacerte daño o para traicionarte. Yo no soy como ellos. De hecho, te llevo protegiendo mucho tiempo, tanto de ellos como de los demás. Sí, tengo unas habilidades especiales que ya te explicaré más adelante, porque tampoco quiero abrumarte con tanta información de golpe, pero eso no significa que voy a clavarte un cuchillo por la espalda. Has sido, eres y siempre serás mi mejor amiga. Ahora quiero que dejes de mirarme con esa cara y que nos sentemos juntas en el sofá a atiborrarnos de guarrerías mientras te pongo al día. Si crees que estás lista para recibir todos los detalles, te daré todas las respuestas que quieras.

En este momento, mientras la miro a los ojos, veo que en lo único en lo que había estado equivocada es en desconfiar de ella. En su mirada veo a mi mejor amiga, la que es como una hermana para mí. Y así, con este pensamiento, todos mis miedos y la presión que tenía en el pecho desaparecen. Si estamos juntas en esto nada puede salir mal.

De lo único de lo que me arrepiento es no haber confiado en ella desde el principio.

- Bueno, mi querida Melisa, ¿Por dónde quieres que empecemos?

- Por lo más importante. ¿Por qué esos tipos del hospital querían matarme?

Inevitablemente MortalWhere stories live. Discover now