Capítulo 3

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A la mañana siguiente me levanto muy cansada, ya que apenas he dormido. Todo esto me está generando mucho estrés. El no saber en quién confiar y en quién no es algo que no me ha dejado dormir. Pero, sobre todo, el hecho de que mis amigos no son mis amigos.

Ahora que lo pienso, todos esos momentos en los que yo pensaba que era una patosa, que no miraba por dónde iba o que tenía muy mala suerte (como las dos veces en las casi me caen unas macetas en la cabeza). En cada uno de esos momentos alguno de los chicos estaba conmigo.

El problema no era que fuesen unos héroes o yo tuviese muy mala suerte. Ellos estaban ahí porque esa era su misión. Mantenerme a salvo.

Me levanto de la cama y voy directa a la ducha. Todavía tengo el olor del desinfectante incrustado en la piel, así que me froto bien para eliminar todo rastro de él.

Las heridas de la cabeza ya están mejor, sólo tengo un buen moratón en el pómulo por la bofetada que ese idiota me dió, y el hombro ya no me duele tanto. Después de varias pruebas resulta que no tenía ninguna fractura, sólo un golpe muy fuerte.

Salgo del baño con una toalla envuelta alrededor de mi cuerpo y otra en el pelo y voy al armario para ver qué me pongo.

Hoy será mi primer día de clases, y no voy a dejar que unos amigos asesinos me lo arruinen.

- Dios, que ridículo suena todo esto. -Suspiro

Mientras miro la ropa y no me decido por nada, alguien toca mi puerta.

-Adelante.

-Hola preciosa. -Aparece Leo. -¿Cómo te encuentras?

"Sigue fingiendo, sigue fingiendo. Sonríe". No para de decirme mi conciencia. Tengo que hacer un gran uso de mi autocontrol para no mandarlo a la mierda, a él y a sus palabras bonitas.

-Mejor, poco a poco estoy mejor.

-¿Y tu memoria? ¿Sigues sin recordar nada?

-La respuesta sigue siendo la misma, Leo. No porque me lo preguntéis cada 5 minutos voy a recordar. -Toda esta situación me está empezando a molestar un poco, la verdad. - ¿Acaso hay algo que tenga que recordar y no me hayáis contado? - Me giro hacia él para verlo a los ojos cuando me conteste.

- No te escondemos nada, preciosa. Tan sólo queremos que estés completamente recuperada.

"Bastardo mentiroso hijo de la grandísima...."

- Gracias por preocuparos tanto por mí, de verdad. Pero estaría mejor si dejáis todo este asunto de lado y olvidamos todos lo ocurrido hace unos días.

Me doy la vuelta y, cuando me veo en el espejo, me doy cuenta que sigo solamente con la toalla alrededor de mi cuerpo.

No es que me dé vergüenza mi cuerpo, al contrario, a mis 19 años puedo decir que estoy muy orgullosa de mi genética. Sin hacer absolutamente nada de deporte tengo un cuerpo envidiable. No lo digo yo, lo dicen todas las chicas de mi antiguo instituto.

Noto a Leo pegándose a mi por detrás. Hace un tiempo que mis sentimientos por él pasaron a ser algo más que simple amistad. Nunca se lo he comentado a nadie, ni siquiera a Sara. Es algo que me he negado a aceptar porque no quiero que nuestra amistad se vaya a la mierda.

Sin embargo, hay veces en las que creo que él siente lo mismo por mí. Como ahora.

Nos miramos en el espejo y empieza a acariciarme los brazos con suavidad. Empiezo a ponerme nerviosa. Es verdad que hemos tenido algún momento de cercanía, pero éste es el más íntimo hasta ahora.

Seguimos mirándonos en el espejo y, por un momento me olvido de los últimos días. Por un momento sólo somos nosotros.

Se acerca a mi cuello y me roza con los labios. Es apenas imperceptible, pero lo he notado lo suficiente como para estar a punto de perder la cabeza.

Inevitablemente MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora