Imagínate estar muerto y lo peor es caer en el infierno, si, sin duda estoy muy bien jodido, y para rematar había un exterminio el primer día que llegue.
En un paisaje destruido y abandonado, con tierras envueltas en fuego a si mismo diversas eruociones volcánicas resonando al mismo tiempo.
Entre el medio de todo este paisaje sacado de las misma pesadilla se podía ver a alguien, su apariencia no era diferente a la de un ser humano salvo por la diferencia de que este poseia un cabello completamente blanco.
Así mismo sus ojos eran de un color purpura brillante mientras su atuendo consiste en un traje de cuerpo completo color morado, esta figura comenzó a flotar hasta detenerse unos cientos de metros sobre el suelo.
"Un ángel expulsado del cielo cayendo a mis dominios y desafiandome por el control del infierno esto sin duda es lo más divertido que es escuchado desde que se creó el infierno" la voz del hombre estaba llena de arrogancia en cada palabra.
Pero su arrogancia estaba respaldada por un poder inimaginable, un poder tan basto y amplio que incluso los ángeles más fuerte de todo el cielo necesitarían trabajar juntos para siquiera hacerle frente.
"Entonces Samael o ahora deberia decir Lucifer me desafias por quien será el nuevo rey del infierno" desde la palma de la mano del hombre se manifestó un fuego purpura.
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"Parece que la edad ya te esta llegando, es hora de que haya un cambio y yo seré quien traiga ese cambio".
Enfrente de aquel Demomio apareció un hombre de piel palida con dos círculos rojos a ambos lados de su mejillas.
Su traje era similar a uno de payaso mienstras un sombrero blanco rodeado por una serpiente mordiendo su cola en la base del sombrero.
A si mismo desde la cabeza de aquel ángel caído salieron un par de cuernos mientras una llama apareció en medio.
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"¡Veamos todo lo que tienes para ofrecer rey del infierno Diablo!"
"¡Je, ustedes nunca aprenderan!" Con aquellas palabras estos dejaron su charla mienstras enfocaban toda su atención en la batalla que decidiría el futuro de todo el infierno.
Donde solo ellos dos y ocho personas más serían testigos de aquella lucha.
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Habriendo mis ojos lo primero que noto es un techo bastante familiar.
