11. Tortura l

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El hecho de que si se dormía ambos morían era lo único que mantenía despierto a deuce.

Llevar tanto tiempo en barco sin descansar ni un minuto no era precisamente agradable, pero Deuce lo volvería a hacer las veces que hiciesen falta.

Tenía buena suerte, pues la isla desierta en la que había encontrado a Ace estaba a medio día más o menos de la habitada.

En el momento exacto en el que vio un pequeño punto a lo lejos, comenzó a repasar las cosas que tenía que hacer.

Comprar medicamentos, mantas, ropa, conseguir agua, comida, un lugar donde pasar la noche,...

Eran cosas fáciles de conseguir en un pueblo pequeño si no fuese porque no traía dinero encima. Ni un poco. Un pequeño inconveniente. Tendría que pedir disculpas más tarde por robar y devolverlo todo una vez terminado. O no, por algo era un pirata...

Esperaba más miradas por parte de los pueblerinos de las que recibió. Supuso que no se habían dado cuenta de que eran piratas, aunque tampoco nadie le ofreció ayuda o le pregunto si estaba bien, pues las condiciones en las que estaba, no él, sino su amigo, no eran precisamente buenas.

El sol estaba pegando fuerte, a pesar de que estaban en una isla invernal, cuando Deuce, cargando a Ace en su espalda, llegó a un pequeño hostal, un poco alejado de la muchedumbre.

Prometió al dueño, un hombre que andaba sobre los cincuenta años, pagarle la cantidad necesaria al día siguiente. Este, al reconocer a Ace, el segundo comandante de los barbablanca durmiendo en su espalda, no quiso llevarle la contraria y no dudó en dejarles un cuarto.

La habitación era simple. Nada más entrar, había una cama matrimonial rodeada por dos mesitas de noche con una pequeña lámpara cada una. A la derecha un escritorio de madera, y al fondo una ventana que parecía no haber sido abierta en años.

Deuce dejó a su amigo en la cama durmiendo, y salió de la habitación.
Ace había comenzado a tener un poco de fiebre. Si necesitaba hacer algo, era quitarle las esposas de piedra marina lo antes posible, pero no se le ocurría como. Quizás alguien en el pueblo que fuese capaz de moldear llaves lo ayudase. Por no hablar de que mientras no se las quitase, Ace se estaría quejando por el frío.

Seguro que la comida le ayudaría a encontrarse mejor, esa sería su primera compra.

Se alejó sumergido en sus pensamientos y preocupaciones, sin darse cuenta de que alguien lo había estado vigilando desde el primer momento en el que llegó.






































(para recordar: x1 x2 x3 x4 y x5 es mi manera de referirme a las personas de la cuarta división que persiguieron a Ace en busca de venganza)





































A x4 no le gustaba que le diesen órdenes, y menos provenientes de alguien de su mismo nivel, de su mismo rango, pero tampoco se quejó cuando x2 le mandó buscar un lugar donde dormir.

No es que estuviese cansado, es que le parecía exagerada la búsqueda que estaban haciendo sus hermanos (y compañeros de misión secreta no autorizada por oyaji)

Desde que era pequeño, dejaba que los problemas fluyeran. Siempre se repetía a si mismo "Si no vas hacia la respuesta, la respuesta vendrá a ti" Y terminó siendo tripulante en el barco de un yonko, nada mal.

Era tan confiado, que ni siquiera se sorprendió al ver a deuce entrando a la posada en la que se iban a quedar a descansar sus hermanos y él, con Ace a cuestas.

Traidor de la segunda división /One pieceМесто, где живут истории. Откройте их для себя