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Sesshomaru y Jaken se fueron siguiendo el rastro del cristal que Kagura les había dejado, mientras tanto, en otro lugar cercano, Himeko se acercaba al lugar donde Rin esperaba ansiosamente.

La pequeña niña estaba sentada junto a un arroyo, lanzando piedrecitas al agua mientras le comentaba a su pequeño amigo Kirin que su hermana mayor volvería sana y salva. Rin parecía estar concentrada en lo que hacía, no obstante, dejó de lanzar las piedrecitas cuando ha oído unos pasos acercándose. Rin se levantó y miró hacia atrás, pudiendo cruzar miradas con su hermana mayor.

—¡Himeko! —Rin gritó de alegría y corrió a abrazarla con fuerza—. ¡Estás aquí!

Himeko correspondió al abrazo de Rin con una sonrisa cálida, pero su expresión revelaba una mezcla de preocupación. Kirin, el pequeño animal que las acompañaba, saltó hacia Himeko y se acurrucó en su cuello para darle la bienvenida.

—Rin, Kirin, estoy de regreso. Lamento haberlos dejado de esa forma —dijo Himeko con voz suave, tratando de transmitir tranquilidad a la pequeña niña.

Rin apartó un poco su rostro del abrazo para mirar a Himeko a los ojos.

—La próxima vez, llévanos contigo. Kirin y yo podemos protegerte —dijo Rin con determinación en su voz—. Por cierto, ¿dónde está el Señor Sesshomaru?

Himeko acarició suavemente el cabello de Rin, apreciando la determinación en sus ojos inocentes. Sin embargo, su expresión se endureció cuando ha mencionado a Sesshomaru.

—El señor Sesshomaru ha tenido que ir a otro sitio —respondió Himeko—. No te preocupes, Rin. Él volverá.

—No me preocupa —dijo Rin con una sonrisa—. El Señor Sesshomaru siempre vuelve con nosotras.

Himeko sonrió por la confianza que Rin depositaba en Sesshomaru.

—Tienes razón. Él siempre vuelve —dijo Himeko, sintiendo como la inquietud en su pecho iba disminuyendo.

Rin y Himeko continuaron abrazadas por un momento más, luego se separaron y se acercaron al arroyo para compartir historias mientras esperaban el regreso de Sesshomaru. Mientras ellas compartían historias junto al arroyo, el sol comenzaba poco a poco a descender, tiñendo el cielo de tonos cálidos y dorados.

Rin recogió algunas flores silvestres que crecían cerca del arroyo y las colocó sobre el cabello de Himeko, quien sonrió feliz ante esa acción. De repente, el gruñido de Kirin llamó la atención de Himeko. El pequeño animal tenía sus sentidos agudos muy bien desarrollados, por lo que la mujer se puso en guardia; resguardando a Rin detrás de ella.

De entre los árboles emergió una figura femenina, envuelta entre hojas y plumas. Se trataba de Kagura, quien se veía herida y desorientada. Kagura se tambaleó ligeramente, sosteniéndose el pecho donde se notaba una herida sangrante. Sus ojos encontraron a Himeko y Rin, y aunque su expresión inicial fue de sorpresa al verlas, rápidamente se transformó en una mezcla de gracia y tristeza.

SOULMATE; Sesshomaru.Where stories live. Discover now