Tristeza

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Cuando Baran vió aparecer a su preciosa esposa, su corazón perdió un latido. En sus ojos reflejaba el dolor y sus puños se cerraron con violencia cuando vió su pómulo amoratado, solo ver su rostro magullado le hizo querer quemar Mardin hasta los cimientos.

Intentó acercarse a Dilan, pero Seher se lo impidió.

-Basta ya, Baran. Te dije que me tendrías enfrente si volvías a herirla. ¡Vete de mi casa, ya no eres bienvenido!.- pero él ni la escuchó, solo tenía ojos para Dilan que tenía apoyada su mano derecha en el dintel de la puerta para evitar desplomarse. Debía enfrentarlo, lo sabía.

-¡Seher! Esta vez no necesito que me protejas, hablaré con él a solas.- y con la poca dignidad que le quedaba, posó su mirada en su esposo y se acercó a él.

-Dilan... necesitas tranquilizarte, no estas condiciones para que te alteres más, el médico dijo...- Dilan apoyó su mano en el hombro de su amiga, y le agradeció en silencio su férreo apoyo, sabía que estaba preocupada por ella, fue quien se hizo cargo de ella en su accidente.

-Seher, estaré bien, de verdad.- y la abrazó con fuerza, respiró el suave olor a manzana del salvaje pelo negro de su amiga y trató de recomponerse para enfrentarse a Baran.

Sus ojos leonados reflejaban amor, no podía negar ese sentimiento, pero... él había renunciado a ellos, no podía olvidarlo. Y no olvidaría.

-Seher, vámonos.- Kerem cogió por el brazo a Seher y arrastrandola se la llevó al coche metiendola a la fuerza, y en un último vistazo, se fijó con tristeza infinita cómo Baran y Dilan se miraban con ese amor inmenso que tantas veces se había puesto a prueba. Solo rezaba para que esta vez, resistiese de nuevo.

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Kudret tenía la mano dolorida por el golpe que le había dado a Hassan. Sus nudillos sangraban pero lo que más le dolía es la frialdad de su madre al confesar lo que había hecho a su hija Dilan. Cuando Havin le contó lo que había pasado, su rabia lo cegó y maltrató a Hassan, ese maldito bastardo que se había llevado por delante a la mujer que amaba, pero que esta vez no iba a permitir que ni él ni nadie arrebataran el amor a Baran. No iba a consentirlo. Havin y Cihan tuvieron que separarlo de Hassan, que hecho un ovillo gimoteaba con el rostro ensangrentado, y su madre, no dejaba de gritar que dejase a su hermano.

Fue entonces, cuando su furia se dirigió hacia Azade.

-¿Qué has hecho, madre? ¿ Te das cuenta de la posición en la que has dejado a Baran delante de todo el clan?

La máscara de altivez y suficiencia se resquebrajó. No había medido sus acciones, porque solo buscaba que la víbora desapareciera de su hogar.

-Esa mujerzuela es quién lo ha puesto en esa situación insostenible. ¡No voy a disculparme por hacer lo correcto, Kudret!.-su hijo se acercó a ella y la miró con tal desdén que su viejo corazón vibró.- ¡No me mires cómo si no supieras que este día llegaría! ¡Esa Demir es lo peor que le ha pasado a esta familia!

-¡Te equivocas! Esa chica fue una bendición para todos nosotros. ¿Te olvidas que gracias a ella hoy estoy en pie? No te reconozco, madre, ni siquiera mereces que te trate con el respeto que merece mi mayor y mi matriarca. ¡Esa chica, ni siquiera es una Demir! Tu odio es injustificable y ni Baran ni yo podremos perdonar esta afrenta.

El corazón oscuro de Azade se paralizó por la sorpresa y el dolor ante las palabras de su hijo.

-¿Que... estas diciendo, Kudret?.- la mirada de Kudret conectó con la de Havin que le rogaba que no hablase más, todo se había descontrolado y no sabía que consecuencias tendría todo ésto para Dilan y su señora. Cihan, fue el único que prestó atención a la comunicación no verbal entre su padre y esa mujer, pese a quedar conmocionado por lo que había dicho su padre.

KaderWhere stories live. Discover now