Luz

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Dilan sintió romperse su corazón. Imágenes inconexas de un pasado remoto, se entrelazaban con la angustia de verle sonriendo a otra mujer.

Y un doloroso recuerdo le atenazó la garganta.

La gravilla de tierra penetraba en sus oídos como navajas. El sol de mediodía sombreaba el olivar y le quemaba su piel, y el piar de los pájaros, que siempre la calmaban, no podía escucharlos debido al caos en el que se había convertido su interior. En su mano, llevaba la revista que en portada tenía la foto de Baran con esa mujer. Él la había olvidado. Se fue para que él sobreviviese. Y deseaba desesperada su felicidad.

Pero no pensó que se iba a olvidar tan pronto de ella.

Aceleró el paso, perdida, mientras en la lejanía escuchaba los gritos de Seher llamándola. Y su mirada voló de nuevo a él. Sonriendo con sus maravillosos ojos a otra mujer. Dolía saber que esa mirada ya no era para ella. Ella había roto el nexo tan especial que habían creado.

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras contemplaba su rostro amado.  La desesperación, la rabia, la desesperanza y el dolor le provocaron un profundo sufrimiento que evitó que fuera consciente de la maquinaria agrícola que se acercaba a ella.

Y toda su historia pasó ante su corazón.

Ni siquiera notó el golpe en la cabeza. Sólo la voz desgarrada de Seher fue capaz de sacarla de la penumbra. Y la única idea coherente que le vino a su mente, era que no podía morir sin que Baran supiera la verdad de su corazón.

No podía morir permitiendo que Baran la odiase. Y se aferró a la esperanza de su amor por él mientras la oscuridad la arrastraba a un lejano lugar sin Baran Karabey, su esposo.

Con la espalda apoyada en la pared, se dejó caer, derrumbada, mientras recordaba el accidente que la llevó al hospital. Esa fotografía seguía clavandose en ella como un puñal profundo. Recordaba nítidamente esa imagen. El rostro sonriente de él, la mirada ilusionada de ella. Y la terrible desesperación que sintió al ver con sus propios ojos cómo Baran la había olvidado.

Apoyó su cabeza en sus rodillas mientras su cuerpo vibraba por su llanto. Hacía unos momentos, él la había llevado al cielo con ese beso lleno de ternura en la biblioteca. Había sentido su amor, y esa mirada y su sonrisa habían sido para ella.

A lo lejos, escuchó la puerta del dormitorio abrirse y de repente, todo se llenó de su dulce aroma. Él estaba a su lado.

-Dilan, ¿qué te pasa?.- Baran, alarmado, la vió sentada en el suelo sollozando y se le partió el corazon.- Mi abuela, ella... ¿ha intentado hacerte algo?

-Nno, Baran...-¿cómo podía explicarle el dolor de verle con otra? Era humillante... y una punzada de ¿celos? la sacudió. No podía mirarle. Se sintió culpable. Si ella... no hubiera escapado de él para refugiarse en casa de Seher, él nunca hubiera intentado rehacer su vida...- He recordado algo... y me ha dolido.

Ella se apartó de él, y se levantó para dirigir su mirada a la mujer que le había hecho recordar su accidente, y lo sintió detrás. Baran, con ternura, se acercó a ella y con delicadeza la abrazó mientras olía su dulce aroma.

-Puedes contarmelo, pero seré paciente, Dilan Karabey. Solo quiero que sepas que todo lo que hemos vivido no hará que cambie lo mucho que te amo.- él notó como ella se tensaba. La conocía. Sabía que estaba sufriendo y solo él era capaz de provocarselo...- Dilan, siento mucho el dolor que te causé en el pasado, fuí un cínico testarudo que no supo darse cuenta del amor que habíamos creado. Yo... siento tu dolor, Dilan.

Y ella alzó su mirada a él brillante por las lágrimas para enfrentarse a los ojos enamorados de su esposo.

-Fue... un mal recuerdo.- no quería que él supiese qué había causado su accidente. Sabía que él se iba a culpar por ello. Y no podía soportarlo,  además, sabiendo el dolor que ella le había provocado al marcharse a Mardin...- Olvídalo. Lo importante es lo mucho que se que me quieres, y además, nos prometimos un nuevo comienzo.

KaderWhere stories live. Discover now