Infierno

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Al amanecer de esa noche de infierno, Baran decidió escapar de la Mansión. Se dirigió a las caballerizas y preparó a Sultán. Y sin embargo... no pudo evitar recordar que fue Firtina quien los unió. Cerró los ojos mientras le venía el recuerdo de la primera vez que la vió. Con furia, trató de borrar la imagen de ella en su bicicleta y sus maravillosos ojos verdes y preparó a su semental, necesitaba galopar salvajemente por las llanuras de Mardin porque no podía soportar estar en el mismo lugar donde estaba esa mujer que había pisoteado de nuevo su corazón.

Tampoco podía estar en la Mansión porque se iba a delatar. Tres veces había estado a punto de tocar su puerta cuando regresó del hospital donde había sido medicada debido al ataque de ansiedad de esa noche... y en esas tres veces, él se había dado la vuelta hacia su despacho mientras vivía el infierno. Pese a todo, sufría por verla enferma y tan vulnerable.

Con la suave brisa en su rostro, recordó la devastación más absoluta sin ella durante los tres meses que estuvo sin  Dilan... y las semanas de negro odio cuando se escapó de nuevo. Pero lo mas doloroso fue su rechazo de anoche tras todo lo que habían vivido desde que se reencontraron en Mardin. Los hechos y sus sentimientos estaban en un inmenso caos... porque su corazón sabía que ese primer beso en casa de Seher fue tan real como lo fue la primera vez que la tocó y la llevó al cielo. Dilan podía haber mentido sobre su pérdida de memoria por miedo a su reacción al encontrarla pero todo lo demás... no podía ser mentira...

Rechinó los dientes mientras una y otra vez la voz de Dilan resonaba en su cabeza rechazandolo... iba a volverle loco. Él había puesto a disposición de ella su corazón y de nuevo ella había jugado con él.

Pero esta vez acabaría con la negra venganza que le trajo a Mardin. Se iba a divorciar de esa mujer y... tendría que aprender a vivir una vida a medias.

Una vida sin Dilan.

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Serap se acercó a Baran, que estaba sentado en el totem de piedra donde tantas veces habían terminado sus alocadas carreras. Lo había visto salir con Sultán y ella había ensillado a su caballo azabache, él era muy parecido a ella y sabía que cabalgar le ayudaba a descargar su dolor... porque lo sabía. Estaba destrozado, esa noche, todos en la Mansión de piedra habían escuchado su rabia.

Baran fue consciente de su presencia, solo Serap podía llegar hasta aquí.

-Vete. No quiero dañarte con mis palabras. Necesito estar solo, Serap.

-Lo se, Baran.

Pero ella, que también era obstinada como él, se sentó a su lado. No necesitaba palabras vacías de consuelo.  Lo conocía muy bien. Y ambos, observaron el horizonte mientras el sol salía tras las montañas sin percatarse, que unos ojos grises y helados parecían fundirse mientras los observaba con rabia desmedida.

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Dilan apenas podía respirar. Ese amanecer, Seher se la había llevado a su casa tras pasar parte de la noche en el hospital, pero esa mañana cuando desesperada había ido a buscarle al despacho para hablar con él, Azade había esparcido su veneno ... y...  Él no había aparecido ni en el hospital ni en casa de Seher, supo entonces que esta vez lo había perdido para siempre. Los recuerdos fluían en cascada sin que ella pudiera evitarlo. Había deseado tanto recordarle... y sin embargo todo se volvió oscuro debido a.... Sabiha y los tres meses de infierno sin él.

Recordar su profundo odio hacia ella le dolía inmensamente pero luego le venían los hermosos recuerdos de estos días en Mardin y su corazón volaba. Él siempre la había amado de una forma maravillosa. Pero ahora... lo había herido profundamente de nuevo.

Aunque esta vez se negaba a huir. Por primera vez estaba dispuesta a luchar contra quien fuera. Incluido él. Escucharle decir lo del divorcio la había roto por dentro. Pero no iba a concederselo. Era suyo. Su esposo. Su hombre. Y esta vez ni Sabiha ni Azade ni una venganza de sangre iban a arrebatarselo.

KaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora