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—Un latte de caramelo y un eclair de chocolate, ¿cierto?

A Taehyung le tomó varios segundos salir de sus pensamientos.
Se encontraba nuevamente dentro de aquella cafetería frente a la universidad, esa con las paredes pintadas de color amarillo y rosa fiusha, con decoración infantil y que se asemejaba más a un lugar exclusivamente para niños. Misma que era el punto de reunión de los chiquillos que salían del instituto para irse directamente a la academia y el de las madres amantes del chisme que se reunían para hablar sobre el futuro de sus hijos. Esa que no ofrecía un ambiente para estudiantes universitarios, pero que por alguna razón se había vuelto en su punto favorito los pasados meses.

Bueno, una razón en específico. Pues era la única cafetería que solo lo tenía a él.

Park Jimin. El lindo chico de mejillas abultadas y amante de los colores pastel que cada día le atendía con una enorme sonrisa en los labios y los ojos tan brillantes que Taehyung juraba, un par de estrellas se habían escapado solo para resguardarse en sus pupilas.
Carraspeó tratando de disimular su reciente introspección por simple distracción, escuchando aquella encantadora risa que lo tenía colgando de una nube.

—Oh, sí —respondió casi de manera robótica.

Jimin le sonrió ampliamente mientras se encargaba de anotar en un pequeño papel color violeta y en forma de corazón lo que suponía era su pedido. Lo observó girarse hacia la cocina y entregar el mismo al chico que desde hacía un rato había estado ocupado con los trastes, mismo que le dirigió una mirada de fastidio y arrebató el papelito de las manos de Jimin.

Jimin avanzó dando pequeños saltitos hasta llegar al mostrador, recargando ambos codos sobre la madera y sosteniendo su rostro entre sus manos, viendo fijamente a Taehyung mientras le sonreía y lucía sus mejillas sonrojadas y llenas de pequeños stickers de corazones y estrellas.

—Enseguida estará —sonrió.

—Sí, uhm... gracias.

Taehyung odiaba cómo las palabras parecían morir en su garganta cada vez que Jimin le veía de esa manera. Luciendo tan lindo y adorable que se sentía de lo más avergonzado por no saber cómo reaccionar ante él.

—Vienes todos los días —Jimin agregó después de unos segundos en silencio—, ¿es realmente el café tan bueno?

En realidad, Taehyung no tenía idea.
Odiaba el café, le parecía la bebida más desagradable y mala del planeta. El olor era agradable, pero el sabor dejaba mucho que desear, y consideraba que el hecho de tener que agregar cantidades exageradas de azúcar solo para quitar ese amargo sabor era una reverenda tontería.
Sin embargo, no había podido hacer más que mentir al respecto de sus gustos cuando conoció a Jimin.

Había salido tarde de la universidad, casi a las diez de la noche. No había sido un buen día y la frustración le hizo compañía durante todo el tiempo en que permaneció sentado en la acera a la espera de aclarar sus pensamientos, notando que la cafetería de enfrente aún parecía abierta.
No fue el café lo que lo atrajo a entrar, tampoco la variedad de postres que no le causaban más que repulsión por el increíble contenido de azúcar innecesario, más bien, fue aquel chico de cabello negro con ropa llamativa.

Haberlo visto desde el otro lado de la calle fue lo suficientemente atrayente para acercarse, y lo fue aún más cuando pudo apreciarlo de cerca.
Fue tan vergonzoso no saber que decir cuando los ojos pequeños le observaron con curiosidad, así que tomó lo primero del menú e hizo un pedido descuidado que se extendió a un pedido regular por los próximos seis meses.

Disimuló un suspiro y asintió en dirección a Jimin.

—Lo es —murmuró, aunque su voz tembló un poco—. Bueno, sí, lo es. Tengo un poco de adicción al azúcar, es todo.

It's not what it seems •kth+pjm•Where stories live. Discover now