💔prólogo 💔

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Lo prometiste Kagome, dijiste que no estaría solo —dijo Inuyasha sosteniendo el cuerpo anciano de su esposa bajo la sombra del árbol sagrado— me hiciste una promesa —dijo el medio demonio con la voz rota, su mirada era de una infinita tristeza y amor, adornada por las lágrimas que salían de sus hermosos ojos dorados.

Lo se Inuyasha —suspiro la anciana— pero es la ley de la vida mi amado medio demonio, pero no estás solo, tienes a Shippo él te hará compañía, está la familia que formaron nuestros amigos Sango y Miroku, ya no estarás solo.

Pero ellos no son tú —dijo Inuyasha— tu eres mi vida, el amor de mi vida, contigo aprendí tantas cosas, me enseñaste amar y creer en los demás, no puedes dejarme.

Kagome se sintió culpable, no soportaba ver a Inuyasha así, sabía que pronto moriría, lo amaba más que nada en este mundo.

Kagome estiro su anciano brazo hacia el cuello del medio demonio y retiro el Kotodama del cuello de Inuyasha, la miro sorprendido era la primera vez que se lo quitaba, Kagome lo deposito en las manos del medio demonio.

Inuyasha eres libre ya no hay nada que te ate a mí en esta vida —dijo la anciana con la cara bañadas en lágrimas y una sonrisa triste en su arrugado rostro— te amo mi amado Hanyou, no olvides que nuestras almas se pertenecen, y si hay otra vida volveré a ti recuerda que estamos ligados al mañana.

Inuyasha le dio un beso a Kagome pero este era un beso diferente, no era un beso de despedida, se besaron con tanto amor, anhelo, ternura era un beso de hasta luego.

Kagome dio su último suspiro, se hizo completamente laxa y quieta entre sus brazos, solo quedo el silencio y los sollozos del medio demonio por perder al amor de su vida.

El cuerpo empezó a desintegrarse, con luces de color rosa y morado muy brillantes y cálidos, de ellos salió el alma de la que una vez fue su joven esposa.

Ella sonreía, estaba con el traje típico de las sacerdotisas, su mirada llena de amor y calidez que lo reconfortaban, sus preciosos ojos color azul-violeta lo miraban con amor y soltó una risilla jovial, como de antaño.

Inuyasha —lo llamo— antes de irme quiero darte un regalo, nunca más estarás solo amor, viví momentos muy felices a tu lado, fui la mujer más afortunada y amada en este mundo —dijo con una sonrisa, extendió su mano derecha hacia Inuyasha , el extendió la suya hasta ella y le toco la mejilla con cariño, Kagome tomo la mano de Inuyasha en ella había un brillo color rosáceo se formó una esfera, del tamaño de la perla de Shikon, el, la miro sorprendido— No es la perla de Shikon pero cumplirá tu deseo.

Inuyasha fue rodeado de una luz color blanco, todo comenzó a desaparecer, pronto comenzó a ver una silueta en la luz, era de una hermosa mujer con ropajes de sacerdotisa con arco y flechas que sostenían su mano, el en cambio estaba con su traje rojo pero su apariencia ahora era más humano.

Inuyasha no recordaba que estaba haciendo en el árbol sagrado, solo a la hermosa sacerdotisa en frente de el a la que llamo por su nombre.

Kikyo.

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