Capítulo 6 - Disparo

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—Dame las joyas de tu mano.

—Celine, espera, pode–

La mujer de cabellos rojizos dispara a un jarrón prácticamente invisible por la oscuridad y estalla en mil pedazos a una distancia casi nula. Su rostro se podía vislumbrar por la luz de la luna, se veía furiosa.

—Solo quiero lo que me pertenece y ustedes podrán salir aquí ilesas.—sonaba apresurada y tensa, el hecho de que no se conformaba con sólo una herencia y debía robar algo que era de su familia la debía poner rabiosa.

Algo pareció cambiar en la mirada de la mujer cuando me miró y en cambio, apuntó el arma hacia mi dirección, lo que me hizo levantar las manos en alto.

—Veo que ustedes se llevan bien, ¿Vivienne, por qué no le dices a tu asistente que entregue las joyas?

En esta situación, confiaba en la experiencia de Vivienne y no estaba acostumbrada a ser rehén de nadie, por lo que me preparé para cualquier eventualidad con solo transmitirle una mirada a la ladrona.

—Entrégale las joyas.—dice ella, transformó en una máscara de serenidad. La miré sorprendida y casi apreté el agarre de las reliquias en mi mano, estaba encaprichada. Era como una niña que debía devolver su dulce favorito.

—¿Qué esperas?—Celine estaba satisfecha y le entregué lo que quería a regañadientes mientras que Vivienne tomó mi mano y me sacó de la habitación arrastrándome.

Me sentí peor cuando vi la mirada de pena de los otros miembros del grupo, como una derrota imperial. Se sentía ese ambiente tan palpable y nadie decía nada de regreso al hotel.
León decidió prender la televisión y nos topamos con una imagen de último momento, el robo de la exhibición y se ha asumido que La Amapola Dorada había robado las joyas.
Pero nosotros lo sabíamos mejor, el grupo se dividió entre dos posiciones: Jett y León se centran en los aspectos positivos de la noticia mientras que Zoe, Remy y Vivienne están molestos —al igual que yo—

—Está mal que piensen que nosotros fuimos los que robaron y además, hubo un punto ciego.—dijo Nikolai.

—¿Y qué es el punto ciego?

—Pandora.—me miró por un momento, asumiendo que fui yo quién arruinó su atraco. Me sentí tan frustrada como ellos y esto solo retrasaría mi propio plan, ¡¿Cómo querría sabotear su avance a propósito?!

—Esto no tiene sentido.—solté simplemente, no podía obviar su expresión reacia.

—Todo el mundo, tómense el día libre para recuperarse.—su voz se hacía cada vez más tenue mientras se dirigía a su habitación.

Su acción fue copiada por el resto del grupo, incluida Vivienne. Todos debían sentirse mal pero no tanto como yo, situaciones así solo me afectaban a mi insomnio de manera negativa. Me acosté en el sofá mientras miraba el techo, la realidad parece golpearme: el atraco ha terminado y no hay más nada que hacer, por lo tanto, de verdad había un punto muerto pero estaba estancada en mi plan.

Me sumergí tanto en mis pensamientos que no me enteré del horario, ya estaba amaneciendo, por lo que decidí ir a la azotea para apreciar el amanecer más tranquila. Pero mi tranquilidad no dura mucho tiempo cuando me encuentro a uno de mis muchos problemas en completa soledad allí parada: Vivienne.

—Soy el punto ciego.—admití luego de repasar todo lo que fue sucediendo en este tiempo, no sólo había arruinado el atraco de la Amapola Dorada sino que también me había sucedido en mi propio asunto, era algo personal.

—Por supuesto que no, estoy muy orgullosa por tu excelente trabajo.—me asomé al barandal y giré mis ojos hacia la torre Eiffel.

—La adulación no nos llevará a ninguna parte.

Reina de LadronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora