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—por qué estás enojado señor Iván?— alce una ceja

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—por qué estás enojado señor Iván?— alce una ceja.— la enojada debería de ser yo, te desapareces después de decir que me ibas a ir a ver y no sé cuánto, hasta pensé que te habías olvidado de mí.— el recordar cómo me preguntaba en las noches si él estaba bien o si ya no le importaba, me hizo sentirme débil y con ganas de llorar pero las aguante.

—todo tiene su explicación, mi reina.— dijo por última vez y salió de la habitación dejándome de nuevo con mil preguntas.

Ya me sentía arrepentida por a ver venido, mejor me fuera quedado con mi familia. Al final solo decidí acostarme para por fin descansar y que el dolor que sentía en el pecho se me pasara. Puse una alarma a las 9 de la mañana para despertarme y poder irme.

Al despertar saqué el cambio que traía y me metí al baño para comenzar a bañarme, me puse un top blanco con una falda beige con unas medias blancas y unas botas altas.

Al terminar me maquillé de forma natural y cheque la hora y eran las 10:30, la casa se encontraba en silencio salí de la habitación con mis pertenencias para bajar.

—buenos días.— escuche una voz desconocida en mis espaldas mientras bajaba las escaleras.

voltee.— buenos días.— hizo cara de confundido.— quién eres?, no te me haces conocida.

—me llamo Zulema Ángulo y tú?— pregunté con curiosidad.

—me dicen nene, mucho gusto Zulema.

—igualmente, mucho gusto. Pero ya me tengo que ir.— dije dándole una sonrisa de despedida acción que él imitó.

me encontré con el Trébol en la papalapa.

—que rollo Zule, que pasó?— se para de la silla donde se encontraba.

—buenos días Trébol, me podrías llevar a mi casa?.

—buenos días, perdón. Iván no me dio órdenes de que te pueda llevar.—

—me tengo que ir urgentemente, por favooor.—

—no puedo Zule, luego el Iván se enoja conmigo.— hizo una mueca.— ahorita que baje yo hablo con el.

—bueno, por lo menos tráeme algo desayuno.— busqué dinero en mi bolsa y lo saqué.— birria?, tacos?

—está bien, cercas hay uno tacos.— le hablo al piyi y le dijo que los encargara, para que encargara para todos los demás escoltas.— yo los pago.

—nooo, cómo crees.— intenté darle el dinero por lo cual solo se negó.

Regresé a la habitación después de haber comido con la resignación de que todavía no me iría, al recostarme me volví a quedar dormida.

A PESAR DE TODO ~ I.A.GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora